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Como freír huevos con puntilla y sin estropear la yema para que quede líquida

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Como freír huevos con puntilla y sin estropear la yema para que quede líquida

Al huevo frito se le acusa de ser simple, facilón y casi comida de pobres, pero lo cierto es que, si es de calidad y está bien preparado, resulta todo un manjar exquisito en su sencillez. Y, a pesar del manido dicho, no es tan fácil freír huevos a la perfección, con su clara suave, la crujiente puntilla y una yema intacta, brillante, con el interior líquido, esperando para ser abierta y abrazar con su melosidad todo el plato.

Cierto es que no a todo el mundo le gustan los huevos de la misma manera, y la yema tan poco hecha genera rechazo en algunos paladares, pero un buen huevo frito debe ser, ante todo, jugoso y suave, sin ser grasiento. Si además nos gusta la puntilla, entra en juego otro factor que complica la elaboración, aunque no es nada que no arregle la práctica, sumándole un poco de teoría previa.

Huevos fritos, un manjar no tan calórico

El huevo frito también tiene fama de poco saludable, cuando en realidad no resulta tan calórico respecto a otras elaboraciones del mismo. Según datos de la BEDCA, un huevo de gallina estándar, cocido o duro, tiene unas 145 kcal por cada 100 g de porción comestible (un huevo talla L pesa unos 63-73 g con cáscara), y unos 10,2 g de grasas totales. Si es frito, presenta unas 185 kcal por cada 100 g, con 14,5 g de grasas.

Huevo Frito

El problema suele estar, más bien, en las malas frituras y, particularmente, en los acompañamientos. Un huevo frito sin más, en su punto, escurrido y frito con aceite de oliva, es nutritivo y saludable; la cosa cambia si lo dejamos grasiento y lo combinamos con patatas fritas, beicon, jamón o chorizo, y mucho pan. Ya ni hablamos de las hamburguesas con huevo frito o los bocadillos chorreantes con panceta.

Cómo freír un huevo perfecto, paso a paso

Huevo Friendose

En primer lugar, tenemos que preparar las herramientas: cuenco o cucharón de sopa, sartén (mejor si es antiadherente), espumadera y plato, con papel de cocina opcional. En cuanto a los ingredientes, tantos huevos como queramos freír, aceite de oliva -o girasol, que se puede calentar más y no deja sabor- y, también opcionalmente y siempre para aderezar después, sal y pimienta.

Hay que calentar un buen fondo de aceite en la sartén, dejando un grosor de algo menos de un dedo, y procurar que coja buena temperatura pero sin superar el punto de humeo. Siempre podemos guiarnos con un termómetro de cocina para ser más precisos. Mientras se calienta, podemos abrir el huevo o huevos con cuidado, depositándolos en el cuenco o cucharón.

Huevo Frito Freir

Una vez el aceite esté caliente, solo tenemos que verter el huevo crudo dejándolo deslizar sobre el mismo, lo más cerca posible de la superficie de la sartén; de este modo no se romperá ni salpicará. Para controlar que el aceite no salte, un truco que suele funcionar es añadir primero una miga de pan, que además nos dará una pista de cuándo el aceite ha alcanzado la temperatura adecuada. No pondremos sal todavía, pues solo lograríamos secar la yema antes de tiempo.

Para que se cocine la clara con puntilla y la yema permanezca líquida o melosa, necesitamos lardear el huevo, es decir, bañar con el aceite la clara usando una espumadera. Es un movimiento que hay que aplicar rápidamente, con cuidado de no llegar a bañar la yema, una vez que el borde del huevo ya ha empezado a coger más color. De este modo, estaremos cocinando suavemente la parte superior de la clara, rodeando la yema para no cuajarla.

Huevos Fritos Sarten

Como el aceite estará muy caliente, la puntilla se empezará a formar rápidamente en el borde del huevo. Una vez esté al punto deseado, solo hay que sumergir la espumadera en el aceite, deslizarla por debajo del huevo y retirarlo con cuidado, dejando que escurra el exceso de grasa. Podemos dejarlo reposar ligeramente sobre papel de cocina, o servirlo directamente.

Con qué acompañar los huevos fritos

Además de la clásica pareja de sal y pimienta, podemos ir más allá con los aderezos que realzarán el sabor de nuestros huevos fritos, inspirándonos con los sabores que mejor maridan según la ciencia del food pairing. La ralladura fina de limón o lima les dará un toque fresco y ligero, mientras que la sal negra kala namak multiplicará el sabor hasta niveles insospechados, gracias a que ella misma ya recuerda al huevo frito con su toque de azufre.

Huevos Rotos

Si preferimos apostar por el umami para desarrollar nuevos matices de sabor intenso, pero sutil, podemos coronarlos con queso parmesano o grana padano (vigilando entonces la sal añadida, o nos quedarán muy salados), trufa negra, salsa de soja, miso o huevas de pescado. Unas gotas de sirope de arce o melaza también crear un contraste muy interesante de matices.

Los huevos fritos se pueden disfrutar solos o acompañando infinidad de platos y productos, como complemento o formando platos combinados. Los anglosajones suelen tomarlos para desayunar con beicon, patatas, alubias, gofres o tortitas, y son muy populares los rancheros en la cocina mexicana servidos sobre una tortilla de maíz o trigo, con salsa de hortalizas y otros complementos opcionales. En Alemania y muchos otros países gustan más coronando tostadas con todo tipo de bases y aderezos.

Bibimbap

En España triunfan los huevos rotos con jamón y patatas, también gustan mucho como relleno de bocadillos y sándwiches, a menudo acompañados de algo de embutido, queso, lomo o, en versión más ligera ensalada y fiambre magro. Suelen acompañar al arroz a la cubana, al pisto o a las migas, pues en realidad enriquecer cualquier base de verduras, arroz, pasta o salsa. Un buen ejemplo es el bibimbap coreano, que admite prácticamente de todo.

Fotos | iStock - Unsplash - Pixabay - Jules - City Foodsters
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Cómo hacer la auténtica pizza napolitana en casa: seguimos la receta paso a paso con un pizzaiolo

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Cómo hacer la auténtica pizza napolitana en casa: seguimos la receta paso a paso con un pizzaiolo

Si alguna vez los extraterrestres llegan a nuestro planeta con buenas intenciones, parece obvio que habrá que hacerles un recibimiento gastronómico a la altura y, si hablamos de la más universal de las recetas, evidentemente tenemos que hablar de la pizza.

No creo que haya rincón en La Tierra donde no haya una pizzería, una palabra y, por extensión, una receta que ha arraigado con el cosmopolitismo y que hace que la pureza no brille por su presencia en la mayoría de los casos.

Plato humilde por definición -apenas harina de trigo, agua, sal y lo que surja-, en los últimos años hemos visto como hay un cierto boom pizzero en nuestro país que la ha reposicionado con la dignidad que merece.

Atrás quedan infames masas repletas de levadura, harinas de baja calidad o, como es habitual, ingentes cantidades de ingredientes que convierten la elegancia de la pizza en un expositor de charcutería.

No diremos que no nos guste una pizza contundente, pero siempre que esté bien hecha, aunque si nos acercamos al purismo pizzero hay que hacer una parada en Nápoles, epicentro de este volcán gastronómico de bordes crocantes, tomate ardiente como lava y remates verdes y blancos a base de albahaca y mozzarella.

Como es habitual en el mundo de la cocina y donde la pizza no es excepción, se hace bueno el menos es más y es por eso que hoy os traemos la receta de una auténtica pizza napolitana para emularla en casa.

El plato no puede ser más barato, ni el resultado mejor, aunque nunca será lo mismo que comerse una pizza recién hecha en pleno Quartieri Spagnoli, o dejarnos tentar por iconos como Da Michele, Sorbillo o Brandi.

Y no porque fallemos con los ingredientes, sino porque emular a un auténtico horno de leña es virtualmente imposible salvo que tengamos uno y sea capaz de alcanzar los casi 500 grados que exige una pizza napolitana, un legado protegido por la Unesco.

Una suerte de visto y no visto que se ensambla con la santísima trinidad pizzera de tomate, mozzarella y albahaca para dar vida a la pizza margarita (o margherita) o para la aún más sencilla marinara, solo con tomate y albahaca.

Para ello, vamos a marcar cinco tempos fundamentales: amasado, fermentación, boleado, adición de ingredientes y horneado. Cinco pasos sencillos, salpicados de materias primas de calidad, con las que la pizza podrá cobrar vida en vuestros hogares de forma más que rápida, siguiendo los consejos de Alessandro Covino, pizzaiolo de NAP (Neapolitan Authentic Pizza) y de Paolo Sapio, pizzalover napolitano.

El amasado

Olvídate de la harina del supermercado con la que rebozarías una rodaja de merluza para hacerla a la romana. Para hacer una pizza necesitamos una harina de calidad y de fuerza. "Basta con una harina 00 y no hace falta que sea una masa muy húmeda, con una hidratación del 65-66% es suficiente", explica Alessandro.

Traducido al lenguaje mortal y no pizzaiolo: 65 gramos de harina por cada 100 gramos de agua. Pero, hablemos de tamaño -porque siempre importa-. ¿Cuántos gramos tiene que pesar nuestra bola de pizza? Pues en NAP pesan unos 250-260 gramos, así que para hacer un par de pizzas nos bastaría con unos 130 gramos de harina y unos 200 gramos de agua.

A partir de ahí, amasar. ¿Cuánto? Pues no volvemos locos, pero la masa debe ser fácil de trabajar cuando ya esté perfectamente integrada, pudiendo utilizar agua fría si las hacemos en verano o agua ligeramente tibia si hace frío, más que nada para facilitar la disolución de la harina. También es el momento de añadir un chorrito de aceite

"La bola debe ser elástica, trabajarla bien, durante unos 10 o 12 minutos", comenta. Todo hasta que esté bien integrado. Será en ese momento también cuando añadamos la sal y nunca antes. ¿Qué cantidad? Pues Alessandro responde: "para un litro de agua usamos unos 50 gramos de sal", así que para nuestro par de pizzas será suficiente con unos ocho o nueve gramos de sal.

La fermentación

Entramos en el sancta santórum de las pizzas. Utilizar una harina maravillosa, amasar horas y horas la bola o contar con los mejores tomates de la Campania no servirá de nada si la fermentación no es correcta. Es triste, pero aquí nos jugamos el todo por el todo de la digestibilidad pizzera.

"Una masa de pizza debe fermentar bien, al menos 24 horas, que es el tiempo que fermenta una pizza napolitana. Así es más digerible y no da esa pesadez", explica Paolo Sepio. "Si te comes una pizza mal fermentada, seguirá fermentando en tu estómago", añade Alessandro.

Para ello necesitamos una temperatura y humedad controlada que permita levar la masa, pero sin que nos volvamos locos. "Nosotros la tenemos a 14 o 15 grados durante 24 horas", explica Alessandro, que luego la traslada a otra cámara a cinco grados para frenar la fermentación.

Teniéndolo claro, debemos saber que más temperatura o más humedad aceleran la fermentación y climas secos y fríos la paralizan. Por eso, para acelerar el proceso -y sabiendo que no vamos a tener una temperatura constante de 15 grados- podemos dejar a temperatura ambiente la masa unas ocho horas.

Tapada con un paño ligeramente húmedo, en un lugar oscuro y cuando haya doblado su volumen, guardarla en la nevera. Para que no nos patine la cantidad es conveniente pesarla recién boleada y ya fermentada, para alcanzar el tamaño deseado.

Trabajando la masa

Tenemos la pizza bien fermentada y levada, ¿cómo le damos forma? Pues con las manos y sin bailes de majorette, y nunca recurriendo al rodillo si no queramos que algún napolitano se infarte. En el caso de lo segundo resulta obvio el motivo: rompemos la burbuja natural que ha generado la fermentación.

En el caso de la primera, a pesar de la estética, no hace falta que tiremos la pizza sobre nuestra cabeza. Basta con trabajarla con la punta de los dedos y, como comenta Alessandro, "de dentro hacia fuera", para crear ese borde ligeramente elevado de la pizza.

Un borde que no debe ser un dique de contención. "La auténtica pizza napolitana no necesita un borde de tres centímetros, basta un borde pequeño", explica Paolo Seppio, que rememora las pizzas icónicas de De Michele, santuario de la pizza napolitana.

Como veis en el vídeo, el movimiento es sencillo. "Con una mano se estira y con la otra se da la vuelta", explica Alessandro.

Los ingredientes

Foto Producto

Como tributo a la reina Margarita y a la bandera italiana, los ingredientes de este icono llevan la tricolor en su base: tomate, queso y albahaca, que tienen además su necesario orden.

En el caso del tomate no es necesaria una salsa de tomate concentrada, ni pasar horas y horas reduciéndola. "Nosotros cogemos tomate pelati en conserva, con su jugo, y lo trituramos con un pasatomates", asegura Alessandro.

El resultado es una salsa ligera, más líquida que espesa, que se debe extender con una cuchara por la base. Luego, una pizca de parmesano rallado o pecorino romano, apenas cuatro o cinco gramos, tal y como indica la AVPN (Asociazione Verace Pizza Napoletana), de la que NAP es la única adscrita en nuestro país.

Después, el queso, pero no uno cualquiera, sino preferiblemente un fior di latte, en vez de la imagen que tenemos de la mozzarella. ¿Qué es el fior di latte? Pues un queso que se elabora igual que la mozzarella pero con leche de vaca, no con leche de búfala.

El motivo es simple: suelta menos agua, pero eso no quita que cometamos un error habitual: añadirlo directamente. "Quitamos el suero de la bolsa del fior di latte, lo cortamos en tiras y lo dejamos escurrir un par de horas", explica Alessandro.

Así la masa no se cocerá, humedecerá o se reblandecerá demasiado. De ahí, al paso final: el temido momento horno.

El horneado

Una pizza napolitana se hornea en unos 60 segundos porque la temperatura interna del horno alcanza casi los 500 grados, algo impensable en casa, pero eso no significa que renunciemos a nuestra pizza casera. Teniendo en cuenta que rara vez un horno doméstico supera los 250 grados, la solución está clara: piedra refractaria.

"Calor en la parte superior e inferior del horno, precalentado durante una media hora a máxima temperatura, y la piedra alcanzará unos 350 grados", explica Paolo. "Estará lista en unos tres o cuatro minutos", comenta Alessandro, que nos da otra opción si no queremos complicarnos con la piedra.

"Directamente sobre la rejilla y en unos siete u ocho minutos está, pero el problema es que evapora todo el agua de la masa y de los ingredientes y la pizza se seca", advierte.

Imágenes | NAP (Neapolitan Authentic Pizza)

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El truco infalible para revivir el pan de ayer que triunfa en TikTok (pero que casi es más viejo que el propio pan)

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El truco infalible para revivir el pan de ayer que triunfa en TikTok (pero que casi es más viejo que el propio pan)

Aunque TikTok puede ser un pozo sin fin, ocasionalmente aparecen contenidos útiles, sobre todo para las nuevas generaciones. Los llamados hacks culinarios son especialmente dados a viralizarse cuando sacan a la palestra trucos que, en realidad, tienen más años que la tos. Recetas absurdas aparte, la técnica para revivir el pan rancio o duro sí es un contenido que nos parece muy útil, pues estamos muy a favor de reducir el desperdicio de alimentos.

Un buen pan de calidad, si se conserva correctamente, debería aguantar varios días sin estropearse demasiado, aunque es cierto que no todas las variedades tienen la misma vida útil. Y aunque no sea la mejor opción, a veces tenemos que conformarnos con el típico pan del supermercado cuya capacidad de conservación brilla un poco por su ausencia.

Además, ni la mejor hogaza de masa madre artesanal es eterna; todos nos hemos encontrado en casa con sobras de piezas magníficas ya demasiado duras, que siempre fastidia tener que tirar.

Humedad y calor, las claves para reanimar el pan

Nuestros abuelos y bisabuelos ya sabían muy bien cómo dar salida hasta al último gramo de pan en recetas de aprovechamiento como las torrijas, las migas, las gachas o el simple pan rallado casero. Pero en la sociedad de hoy en día tendemos más al usar y tirar, y el desperdicio de alimentos sigue siendo un gran problema en los hogares.

Quizá por eso los más jóvenes se quedan maravillados con vídeos como algunos recientemente viralizados en las redes sociales, que descubren algo tan antiguo como el humedecer el pan duro para devolverlo a la vida comestible.

El método menos radical y simple consiste en humedecer primero un paño de tela, sin que chorree, y envolver la pieza con él, frotando ligeramente para transmitir esa humedad. No está mal pensado, aunque quizá habría que añadir que el agua esté tibia y que la tela no suelte hilo o pelusilla, y que tampoco haya sido tratada con detergentes o suavizantes muy perfumados.

El problema es que así la corteza estará demasiado chiclosa y no recuperará mucho sabor, por lo que necesitamos aplicar una fuente de calor. Otro TikTok viralizado propone mojar el pan duro directamente bajo el grifo antes de introducirlo en el horno a unos 175-180ºC entre 5 y 10 minutos.

Pan Cortado

A pesar de que puede funcionar bien para barras más enteras y muy duras, aconsejamos mejor humedecer el pan usando un espray pulverizador. Así evitamos empapar la pieza, y será más sencillo mojar unidades más delicadas como rebanadas ya cortadas. Si no queremos encender el horno solo para revivir el pan duro, podemos usar el microondas, unos 20-30 segundos a baja potencia, según tamaño.

Eso sí, es un método que solo funcionará una vez y que se debe aplicar inmediatamente antes de consumir el pan reanimado. Si lo preferimos crujiente, también podemos hacer esto antes de tostarlo o de cocinarlo a la plancha, grill o sandwichera. Nunca estará tan rico como fresco, pero es una buena forma de evitar que termine en la basura.

Y recordemos que, si tenemos buen pan del día y no lo vamos a consumir todo pronto, lo mejor que podemos hacer es congelarlo, como ya explicamos en su día.

Fotos | Pixabay - Unsplash
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Cómo hacer cuajada casera tradicional, tan fácil y deliciosa que no volverás a comprarla en el supermercado

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Cómo hacer cuajada casera tradicional, tan fácil y deliciosa que no volverás a comprarla en el supermercado

Siempre me ha gustado mucho este postre, aunque no fue hasta hace unos dos o tres años cuando probé la auténtica cuajada casera y caí rendida a sus pies. Nada que ver con lo que había estado comiendo hasta entonces, ni con esas mezclas densas y gelatinosas que venden en los supermercados. Una buena cuajada casera es cremosa, muy cremosa, y llena de sabor.

La densidad y cremosidad de la cuajada depende de la calidad de la leche con que se elabora. Y esta, a su vez, de la época del año o los periodos de reproducción y lactancia de las ovejas y de cómo son los pastos con que se alimentan. La cuajada elaborada con leche de primavera, que es más grasa, resulta más cremosa que la de cualquier otra época del año.

¿Qué es la cuajada?

La cuajada es un producto lácteo, de textura cremosa, que se elabora con leche coagulada por acción del cuajo. También llamada "mamia", "mamiya", "kallatua" o "gaztambera", se consume habitualmente como postre, ya sea tal cual, endulzada con azúcar o miel y/o con nueces, pasas o trocitos de fruta.

Aunque encontramos su origen en el Valle de Ultzama (Navarra), la cuajada es un postre también típico de la gastronomía del norte y este de España (País Vasco, Castilla y León y La Rioja).

Tiene un valor nutricional similar al de la leche: contiene lactosa (azúcar propio de la leche), es rica en proteínas de alto valor biológico, calcio de fácil asimilación, vitaminas del grupo B (especialmente, B2 o riboflavina) y vitaminas liposolubles A y D.

¿Cómo se elabora la cuajada artesanal?

Tradicionalmente se elaboraba en un recipiente de madera llamado "kaiku", un cuenco de madera con forma de cono truncado y ligeramente inclinado. En él también se transportaba la leche recién ordeñada hasta los caseríos donde se preparaba la cuajada.

El proceso de transformación de la leche en cuajada requería calentar la primera. Algo que no se podía hacer en el kaiku, por estar hecho de madera. La solución llegaba en forma de piedras incandescentes que se introducían en interior del recipiente y otorgaban a la cuajada un característico sabor a leche tostada.

Tarros de barro con cuajada En la actualidad la cuajada se presenta en tarros de barro

¿Cómo hacer en casa la cuajada tradicional?

A pesar de ser consciente de lo fácil que era preparar cuajada casera, no me animé a hacerlo hasta probar la auténtica. Había dos cosas que me echaban para atrás y es que para prepararla son necesarios: cuajo y leche fresca de oveja, no uperisada.

Hoy en día pocos son los que, por razones de seguridad e higiene, mantienen el uso del kaiku y en su lugar se utilizan tarros de barro. No obstante el proceso de elaboración de la cuajada sigue siendo el mismo y el punto de partida es la leche caliente.

Lo primero es una bobadina, pues el cuajo se puede encontrar fácilmente en farmacias, lecherías y establecimientos donde vendan suministros para hacer queso. No cuesta mucho dar con él, aunque quizás tengáis que encargarlo.

Lo segundo es un poco más complicado en una gran ciudad (y la que escribe vive en Madrid) porque la leche fresca de oveja, recién ordeñada, no se comercializa. Quienes tengáis la suerte de tener pueblo (con ovejas -claro está-) lo tenéis chupado y podréis hacer una cuajada casera tradicional cuando allí os encontréis.

Leche fresca de oveja La cuajada tradicional se elabora con leche fresca de oveja

Ingredientes

Para 5 unidades
  • Leche fresca de oveja (entera) 1 l
  • Cuajo natural líquido, 20 gotas

Cómo hacer cuajada casera tradicional

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 10 m
  • Elaboración 5 m
  • Cocción 5 m
  • Reposo 15 m

Colocamos la leche fresca de oveja en una cacerola al fuego y calentamos. Si usamos cuajo de repostería no debemos sobrepasar los 55 ºC y si usamos cuajo de farmacia la temperatura máxima es de 38 ºC.

El exceso de calor destruye el cuajo, así que es importantísimo no sobrepasar estas temperaturas. Lo ideal es usar un termómetro de cocina.

Una vez alcanzada la temperatura adecuada, retiramos la leche de la fuente de calor. En este momento podemos proceder de dos maneras:

  1. Añadiendo el cuajo a la cacerola, meneando la cacerola para que se mezcle con la leche y vertiendo el contenido en cinco tarros individuales.
  2. Introduciendo cuatro gotas de cuajo en cada tarro, con estas cantidades salen cinco unidades, y repartiendo la leche caliente entre ellos.
Añadiendo el cuajo a la leche dentro de la cacerola Añadiendo el cuajo a la cacerola con la leche caliente

En cualquier caso, una vez que la mezcla de leche y cuajo esté en los tarros, solo queda esperar 10-15 minutos, sin mover (importantísimo), a que se produzca la magia.

Por último esperamos unos minutos más a que se atempere ligeramente antes de trasladar los tarros a la nevera. Dejamos enfriar un par de horas antes de servir.

¿Qué puedo hacer si no consigo leche fresca de oveja?

Afortunadamente existe una alternativa para quienes no tenemos acceso a la preciada leche fresca de oveja. La solución está en algo tan simple como mezclar un litro de leche de vaca fresca o pasteurizada (nunca UHT) con dos cucharadas de leche entera en polvo y remover hasta que no queden grumos.

A partir de aquí el proceso es el mismo. Calentar la mezcla de leches hasta alcanzar las temperaturas indicadas anteriormente. Verter en tarros de barro, con cuatro gotas de cuajo en la base de cada uno, esperar 10-15 minutos sin mover y ¡bingo! El resultado es una cuajada más que digna, aunque no sea 100% original.

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Cómo pelar y preparar espárragos para cocinarlos frescos en casa

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Cómo pelar y preparar espárragos para cocinarlos frescos en casa

Verdes de cultivo, trigueros silvestres, blancos o incluso morados, los espárragos son una de nuestras verduras favoritas para degustar en casa, especialmente en primavera y verano. Requieren muy poco tiempo de cocción y se prestan a numerosas técnicas, pero antes de disfrutarlos merece la pena invertir un poco de tiempo en prepararlos correctamente para que luzcan como se merecen.

Cómo preparar los espárragos paso a paso

Idealmente utilizaremos los espárragos más frescos que podamos encontrar en el mercado, Aunque se conservan bien varios días en la nevera, se van estropeando poco a poco, secándose y endureciéndose el tallo, y perdiedo firmeza. Las puntas, además, pueden romperse o acumular demasiada humedad si no se almacenan bien.

1. Seleccionar, lavar y secar

Esparragos2

Comezaremos por tanto seleccionando los ejemplares que vamos a emplear, examinándolos uno a uno, para desechar los que puedan estar demasiado estropeados, o cortar las partes más dañadas. Si alguno muestra moho, conviene tirarlo.

Lavamos los espárragos bajo el grifo de agua corriente y los secamos a conciencia con un paño limpio o con papel de cocina, procurando retirar toda la humedad posible, pero con cuidado de no dañarlos.

2. Cortar el extremo inferior

Preparando espárragos verdes

Salvo que sean espárragos fresquísimos y muy jóvenes, como los silvestres recolectados por nosotros mismos, normalmente tendremos que cortar una parte del extremo inferior del tallo. Cuantos más días pasan desde que se cosechan, más se estropean por aquí.

Es fácil ver por dónde hay que aplicar el cuchillo, más sencillo en el caso de los verdes, pues no nos interesa la parte decolorida, dura o leñosa. En teoría basta con quebrar ese extremo con las manos, pero con un cuchillo afilado podemos ser más precisos y finos en el corte.

No queremos desperdiciar verdura, así que mejor apurar el tajo y, si hiciera falta, rematar el corte un poco más. Queremos retirar las fibras más duras y secas que resultaría desagradables al comerlas.

3. Pelar o afilar, según el caso

Esparragos

¿Es necesario pelarlos? No resulta obligatorio, pero sí es recomendable en los ejemplares más gruesos y bastos, si no son muy frescos, o si queremos que luzcan más elegantes y delicados. En ocasiones nos bastará con pelar un poco el tallo inferior, repasando unos centímetros por donde lo hemos cortado, si aún parece demasiado feo.

No recomendamos usar un cuchillo; un pelaverduras simple o en forma de Y es la mejor herramienta para esta tarea -y que todos tendríamos que tener ya en la cocina-. Su filo y fácil manejo con las manos nos permite una gran precisión, retirando capas finas de piel limpiamente. Es mejor ir retirando delgadas capas, hasta dejar expuesto el interior más tierno, que cortar demasiado.

Espárragos

Hay que pasar el pelaverduras desde abajo hacia arriba, sin presionar demasiado, y sujetando el ejemplar con firmeza por detrás, con mucho cuidado de no partirlo. Si son muy finos o nosotros poco mañosos, es mejor dejarlo tumbado sobre la tabla de cortar verduras.

Lo que queremos es dejar el espárrago libre de partes dañadas, leñosas, arrugadas o feas, y homogeneizar el grosor lo máximo posible. No siempre será posible dejarlos regulares al 100%, pero si afilamos la parte más gruesa, tendremos una cocción más uniforme y tierna en toda su superficie.

Si los vamos a triturar podemos ahorrarnos pelarlos, y si se trata de espárragos muy finos y tiernos, puede bastar con retirar las hojas más gruesas y secas con el mismo pelaverduras, o con un cuchillo tipo puntilla. Estas además suelen desprenderse por sí mismas durante la cocción.

4. Trocear (opcional)

Esparragos Corte

Dependiendo de la receta o dónde vayamos a cocinarlos nos interesará trocearlos en piezas más o menos pequeñas. Si son muy largos y nuestra sartén o plancha demasiado pequeña, podemos dividirlos por la mitad para que quepan bien; en salteados o a la hora de añadirlos a tartas saladas, ensaladas o pizzas, mejor cortarlos en piezas de un bocado, o más finamente picados.

Las puntas las dejaremos siempre enteras, cortándolas cuando arranca el tallo para que no se desmenucen durante el cocinado.

5. Y cocinar

No es buena idea lavar, pelar y trocear los espárragos si no se van a cocinar al momento. Una vez preparados, solo queda cocinarlos al vapor, salteados, a la parrilla, en un risotto, tortilla, una crema, al horno, con hojaldre, etc.

Hojaldres

Recordemos que los blancos frescos de temporada, para cocerlos a la perfección, se pueden preparar con un cocedor especial. Las puntas o yemas siempre requieren una cocción más corta y suave, por eso se suelen hacer en vertical.

Kitchen Craft - Vaporera para espárragos, acero inoxidable, 3L, 24.6 x 21.6 x 16.6 cm

Kitchen Craft - Vaporera para espárragos, acero inoxidable, 3L, 24.6 x 21.6 x 16.6 cm

Fotos | iStock - Pixabay
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Desinfectar alimentos: cuándo y cómo debe hacerse

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Desinfectar alimentos: cuándo y cómo debe hacerse

La crisis sanitaria provocada por la pandemia mundial evidenció el desconocimiento generalizado de la sociedad en materia de seguridad alimentaria. Todos queríamos extremar las precauciones para prevenir los contagios, pero era difícil combatir la desinformación inicial cuando ya existían muchas dudas sobre cómo y cuándo deben desinfectarse los alimentos en casa. Coronavirus o no, son pautas básicas que todos tendríamos que aplicar a diario en nuestras cocinas.

El riesgo cero de cualquier tipo de contaminación a través de los alimentos no existe. Sin embargo, las probabilidades de contraer alguna enfermedad a través de la comida, en los países desarrollados, son mínimas. El sistema agroalimentario está construido con unos cimientos muy sólidos en los que intervienen numerosos organismos y autoridades que trabajan para que se cumplan las normativas internacionales de seguridad, en todos los eslabones de la cadena.

Desinfectar Manzanas

Incluso a las grandes corporaciones, empresas y multinacionales les interesa que se cumplan esas normas, por su propio bien -se pueden enfrentar a graves multas y problemas legales si incumplen las normas- y por algo básico: sus ingresos dependen del consumidor, por lo que les interesa mantenerlo sano y contento. Nadie quiere envenenar a sus clientes.

Así pues, nosotros, como consumidores, podemos estar tranquilos, siempre que hagamos la compra en establecimientos autorizados y de confianza. No podremos reclamar a nadie si cogemos una infección por comprar un melón salido del maletero de una camioneta en mitad de la carretera, o si compramos unos huevos fresquísimos a un vecino del pueblo donde hemos pasado las vacaciones.

En el momento en el que salimos de la tienda con nuestra compra empieza nuestra responsabilidad con los alimentos que vamos a consumir. El problelma es que la sensación de seguridad en la que vivimos -o vivíamos en tiempos prepandémicos- nos puede llevar a relajar las medidas básicas de higiene; total, "nunca pasa nada". Hasta que pasa, claro.

Antes de desinfectar: pautas de manipulación y limpieza básicas

En el hogar, lo más importante es mantener una higiene correcta y regular de la cocina, incluyendo suelos, superficies, electrodomésticos, utensilios, lugares o envases de almacenaje, útiles de limpieza y textiles, sin olvidar la higiene personal. El otro punto clave está en la manipulación, conservación y cocción de los propios alimentos y platos cocinados.

Desinfectar Manos

De poco nos servirá preocuparnos en desinfectar las verduras si luego las cocinamos con las manos sucias o usamos una tabla de cortar que es un nido de bacterias. Estas son las pautas básicas previas que siempre hay que aplicar:

  • Lavarnos bien las manos con agua y jabón corriente al llegar a casa.
  • Guardar la compra inmediatamente, retirando los envases desechables como cartones, anillas de bebidas, embalajes de plástico o madera, etc.
  • Respetar siempre al máximo la cadena de frío, sobre todo en verano.
  • Ordenar correctamente la nevera, con los alimentos con fecha de consumo preferente o caducidad próxima al frente, y los de mayor conservación detrás, atendiendo a las zonas más y menos frías del electrodoméstico.
  • Revisar que no hay envases rotos o abiertos, ni alimentos dañados o estropeados. Desechar los huevos que aparezcan con una mínima fractura, verduras o frutas con moho, etc.
Desinfectar Esponjsa
  • Si vamos a congelar algo, que sea cuanto antes.
  • Comprobar que la nevera y el congelador funcionan correctamente, a la temperatura adecuada (4ºC de media en el frigorífico), sin formación de hielo o escarcha; limpiar con productos adecuados cada semana.
  • Evitar la contaminación cruzada al preparar y cocinar alimentos, usando tablas y utensilios específicos para vegetales crudos, para carnes crudas, para pescados crudos, y para alimentos cocinados.
  • Cocinar correctamente los alimentos, especialmente carnes y pescados, alcanzando los 75ºC en el interior o parte más gruesa.
  • Enfriar, envasar y refrigerar rápidamente las sobras.

Lavar con agua siempre y antes de desinfectar

Remarcamos que, en general, todos los alimentos que podemos adquirir cumplen unas estrictas normas higiénico-sanitarias, pero siempre podemos minimizar los riesgos con ciertos productos aplicando la desinfección casera. Lo que sí es imprescindible es la limpieza o lavado, vayamos a desinfectar o no.

Desinfectar3
  • Hay que lavar con agua potable todos los productos frescos vegetales, salvo aquellos que ya vienen envasados y listos para consumir o cocinar, como las ensaladas u hojas verdes de cuarta gama. En el paquete lo debe indicar claramente.
  • También se lavan primero las frutas o verduras que vayamos a pelar, pues podríamos contaminar el interior al retirar la piel. Los productos de piel dura, como manzanas, peras o patatas, hay que frotarlos bien, preferiblemente con un cepillo específico.
Pez Espada
  • La carne no es necesario lavarla si ya viene limpia; en el caso de las aves, además, está totalmente desaconsejado.
  • Tampoco es necesario lavar el pescado que ya está limpio y preparado para cocinar (por ejemplo, filetes de bacalao, lomos de merluza, una lubina abierta, etc); es más aconsejable retirar la humedad o impurezas con papel de cocina. El marisco de concha sí se lava para que suelte la tierra.
  • Los huevos no se lavan salvo, opcionalmente, en el último momento antes de abrirlos. Se secan siempre con papel de cocina desechable.
  • Los cereales, legumbres y pastas crudas a granel sí conviene lavarlos; los envasados, salvo que el paquete así lo indique, no.

Alimentos que sí conviene desinfectar y cómo hacerlo

Desinfectar6

En casa solo podemos desinfectar vegetales frescos, frutas, verduras, hortalizas, brotes, germinados o cualquier tipo de hoja. Siempre después de haberlas lavado con agua, y solo en el caso de que las vayamos a consumir crudas o semicrudas sin pelar. No tiene mucho sentido desinfectar una zanahoria que vamos a pelar, cocer y triturar. Beatriz Robles lo explicaba claramente en su colaboración con el programa Saber Vivir de Televisión Española.

Se desinfectan los vegetales que vayamos a consumir crudos y sin pelar

El único desinfectante que debemos usar, como bien indica la AECOSAN, es la lejía común, que indique en el envase que es apta para uso alimentario. No sirven ni el jabón, ni el lavajillas, ni el vinagre, ni el alcohol -o bebidas alcohólicas de alta graduación-, ni el bicarbonato, ni el zumo de limón.

Cualquier producto de limpieza que no esté autorizado para uso alimentario, está completamente descartado.

  • La lejía (hipoclorito sódico) debe estar etiquetada claramente como “apta para la desinfección de agua de bebida”.
  • Hay diluir una pequeña cantidad en agua potable, diferente a la que se haya usado para lavar el alimento.
  • Se utiliza una proporción de, aproximadamente, 4,5 ml o 1 cucharadita de postre por cada 3 litros de agua.
  • El alimento se debe sumergir por completo en dicha disolución durante 5 minutos.
Desinfectar Pepinos
  • Después hay que volver a lavar y enjuagar con agua corriente fría y nueva.
  • Las hojas y vegetales delicados conviene desinfectarlos después de cortarlos, y después de enjuagarlos hay que secarlos por completo con una centrifugadora de ensaladas; los demás alimentos se secan con papel de cocina desechable.
  • Hay que consumir el producto desinfectado inmediatamente y manipularlo con utensilios completamente limpios.

¿Sirven los productos comerciales publicitados como desinfectantes de alimentos? Sí están autorizados como tal, sí, pero suelen ser más caros que la lejía, cuando en realidad se basan en la misma fórmula. Si en la composición de la etiqueta aparece el hipoclorito de sodio, es exactamente lo mismo que la lejía, solo que, casi con toda seguridad, tenga un precio mucho más elevado.

Desinfectar Rucula

Los alimentos más susceptibles de contener patógenos contaminantes son los brotes germinados y pequeños vegetales de conservación muy corta, especialmente si son de origen silvestre o sin envasar. Como recuerda Miguel Ángel Lureña, pueden transmitir parásitos que causan enfermedades en ocasiones muy graves.

Fotos | Unsplash - Pixabay
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Receta de salsa virgen, perfecta para acompañar tus recetas de pescado, marisco y carne blanca

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Receta de salsa virgen, perfecta para acompañar tus recetas de pescado, marisco y carne blanca

Seguimos ampliando el recetario básico de nuestro curso de cocina y hoy le llega el turno a la receta de salsa virgen, también conocida como salsa vierge, que resulta perfecta para acompañar tus recetas de pescado, marisco y carnes blancas.

Esta salsa es muy sencilla, y se prepara en menos de diez minutos. Verás como te gustará usarla cuando prepares una lubina a la sal, cuando hagas una estupenda merluza en el horno o cuando simplemente prepares un solomillo de cerdo a la plancha, en época de dieta.

La salsa virgen es una salsa clásica francesa, y fue popularizada por el chef Michel Guérard, a mediados de los '80, siendo utilizada en muchos recetarios a partir de entonces como parte de otras elaboraciones.

Ingredientes

Para 6 personas
  • Tomate despepitado y cortado en tacos 1
  • Albahaca una cucharada sopera
  • Perejil una cucharada sopera
  • Diente de ajo 1
  • Aceite de oliva virgen extra 100 ml
  • Vinagre 1 cucharada sopera
  • Anchoas picadas 3
  • Sal y pimienta al gusto
  • Alcaparras opcional una cucharadita
  • Zumo de limón 0.5

Cómo hacer salsa virgen o salsa vierge

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 15 m
  • Elaboración 5 m
  • Cocción 10 m

Pelamos el tomate y le retiramos las pepitas, cortando la carne en trocitos pequeños. Picamos también el ajo y las anchoas, y lo ponemos todo en un cazo con el aceite, calentando a fuego medio durante 8 minutos.

Cuando el tomate empieza a cambiar de color, agregamos la albahaca y el perejil, y añadimos un buen chorro de vinagre, dejando que se cocine durante otro minuto. Apagamos el fuego y añadimos sal y pimienta negra molida y el zumo de medio limón.

Salsa Virgen Salsa Vierge Pasos Pakus Dap

Tradicionalmente, la salsa virgen se sirve templada o tibia, en un cuenco o recipiente con una cuchara, para que cada comensal pueda servirsela a su gusto sobre el plato principal.

Con qué recetas puedes utilizar la salsa virgen

La salsa virgen se inventó para acompañar pescados y mariscos aunque en mi opinión también funciona bien con carnes blancas como cerdo, pollo o ternera blanca ya que estas carnes no tienen demasiado sabor propio y les va muy bien una inyección extra de potencia. De todas maneras, su uso natural es para acompañar recetas como la merluza a la romana, el pargo a la sal y todo tipo de recetas con pescados blancos.

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Por qué marinar o adobar la carne antes de cocinarla no siempre es tan buena idea: así se consigue mucho más sabor

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Por qué marinar o adobar la carne antes de cocinarla no siempre es tan buena idea: así se consigue mucho más sabor

En Directo al Paladar hemos defendido a capa y espada las muchas virtudes de una buena marinada, dedicándole incluso una completa guía para fomentar su práctica antes de cocinar la carne para mejorar su sabor y textura. Sin embargo, hoy venimos a recomendar lo contrario, pues hay ocasiones en las que marinar con antelación es una pérdida de tiempo. Y tiene su explicación científica.

Marinar

La idea de partida de la técnica de marinar es bien simple: dejar reposando las piezas de carne crudas en una mezcla de grasa (aceite), un ácido (vinagre, vino, limón), sal y elementos aromáticos (hierbas, especias, fruta) para ablandar su textura y darle más sabor. Antiguamente los adobos servían para alargar la vida de los alimentos, hoy se busca mejorar cortes duros o realzar carnes que puedan ser algo insípidas o sosas.

Pero, como bien explica Arhur Le Caisne en '¿Por qué los espaguetis a la boloñesa no existen?', un adobo necesita muchas horas para penetrar apenas dos o tres milímetros en la care cruda. En ocasiones, según la pieza y su corte, hasta dos o tres días. Sin embargo, dejar la carne marinando tanto tiempo puede, al mismo tiempo, estropearla, ya que los ácidos provocan una desnaturalización de las proteínas que modifican su textura, dificultando la cocción.

La lógica nos dice que un filete más fino necesitará menos tiempo de adobo, pero en realidad lo mejor es cortar piezas gruesas de carne en trozos pequeños, cubos o tacos. Queremos que la carne conserve un buen grosor para tener más fibras en las que penetre el adobo y mantenga su jugosidad al cocinarla; los cortes muy finos pueden resecarse demasiado pronto al cocinarlos y, por mucho que los marinemos, perderán la textura y sabor de la carne que realmente nos interesa.

Adobar después de cocinar

Si vamos cortos de tiempo y solo disponemos de unas pocas horas para marinar la carne, será mucho más efectivo cocinarla primero y adobarla después.

Carne Cruda2

Al aplicar calor sobre la carne, es decir, al cocinarla, se producen una serie de transformaciones que, entre otras cosas, forman grietas en su parte exterior. Se crea así una mayor superficie de intercambio, perfecta para que el adobo penetre más fácilmente en sus fibras. En tras palabras: el marinado será mucho más efectivo y rápido.

Puesto que prácticamente todas las carnes ganan con un ligero reposo inmediatamente después de cocinarlas -entre 10 y 30 minutos, según el corte-, es el momento ideal para aplicar el adobo. Así, mientras se redistribuyen los jugos internos, recuperando la jugosidad de la parte exterior más seca, el marinado va penetrando a través de las hendiduras abiertas.

Barbacoa

En el caso de carnes guisadas, asados o preparaciones en olla de cocción lenta, podemos marcar la carne primero al fuego, adobarla unos 20-30 minutos después, y ya proceder con el resto de la receta. El resultado será mucho más sabroso que si nos podemos a guisar o hacer al horno directamente la carne en crudo.

Como excepciones a esta regla tenemos la salmuera, que en realidad no es un adobo sino uno técnica para salar y evitar que los alimentos pierdan agua, y la barbacoa sobre brasas. Si aplicamos un adobo a un chuletón antes de cocinarlo sobre la parrilla, este caerá sobre esas brasas y se elevará en forma de humo, aromatizando así la carne durante el cocinado.

Fotos | Unsplash - Pixabay
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Cinco formas de quitar el hueso de las cerezas fácilmente

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Cinco formas de quitar el hueso de las cerezas fácilmente

Las cerezas y picotas roban el protagonismo a las últimas fresas de temporada haciéndose un hueco en los mercados de finales de primavera. Es ahora cuando merece la pena aprovechar la cereza nacional, disfrutándola al natural o cocinando con ella. El único inconveniente que tiene esa delicia es ese duro y molesto hueso; por suerte, disponemos de varios métodos para deshuesarlas e incluso dejándolas intactas.

No hay nada como el placer de pasear por el campo comiendo cerezas recién cogidas como si fueran pipas, tirando los pipos directamente desde la boca, con más o menos arte en el proceso. Pocos podrán recrear esta imagen bucólica de mi infancia, así que nos toca lidiar con los huesos en la cocina, bien para comerlas fácilmente, bien para prepararlas de cara a una receta.

Enfrentarse al hueso solo con e filo de un cuchillo pelador puede ser una tarea que acabe en estropicio. Además de tedioso, requiere maña y tiempo, y no es raro que desperdiciemos pulpa o jugo de la fruta. Por eso, recomendamos poner en práctica alguno de los siguientes sistemas.

Cerezas Hueso2

La técnica del ajo

Este sistema no es el más adecuado si lo que buscamos es conservar la cereza entera y sin estropear la pulpa, por ejemplo cuando buscamos que luzca bonita en una tarta. Pero es tremendamente efectivo y rápido (y antiestrés) cuando simplemente vamos a cocinarlas, picarlas o triturarlas.

Ajo

El nombre hace referencia al sistema de pelar dientes de ajos, que todos hemos visto infinidad de veces en acción de la mano de cualquier cocinero profesional o televisivo. Solo hay que colocar la cereza, sin rabito y lavada, sobre una buena tabla de cocina, y aplicar un golpe seco y firme con la parte ancha de la hoja de un buen cuchillo de chef. También serviría un rodillo, pero las cerezas mancharían la madera.

No es más que machacar la fruta como haríamos con un diente de ajo para romper sus fibras y poder retirar fácilmente la piel. En el caso de la cereza, podremos separar sin problemas el hueso, y de paso la tendremos ya ligeramente troceada para cocinar una salsa, preparar un batido o una mermelada.

Con una pajita y una botella

Pasando ya a técnicas más delicadas, recuperamos este viejo sistema que ya compartimos hace años. Solo necesitamos una pajita de plástico firme, de las más anchas -no sirven las delgadísimas típicas de mini zumos- y, como complemento opcional, una botella vacía.

Hueso

En realidad el diámetro de la pajita podemos ajustarlo según el tamaño de las cerezas o picotas, ya que algunos ejemplares son muy grandes y no nos servirán las más finas. Cuanto más firmes y duras sean, menos riesgo habrá de que se rompan en el proceso.

El añadido de la botella es un truco extra que nos ayudará a acelerar el proceso. La técnica es la misma, pero colocando cada cereza en la boca del recipiente, con la parte trasera hacia arriba; así será más sencillo presionar para que el hueso salga despedido limpiamente hacia el fondo de la botella. Si es de vidrio, trabajaremos con más firmeza.

Usando un clip

Si tienes clips de papelería en casa, puedes crear tu propio deshuesador en pocos pasos. Saca la parte interior del mismo hacia fuera, doblándolo con cuidado, de tal modo que quede una pieza metálica larga con dos extremos curvos.

Clips

Retira el palito de la cereza, si lo tuviera, e introduce uno de esos extremos por la parte superior, perforando la piel con la punta metálica si ofrece resistencia. Pasa suavemente el clip alrededor del hueso para separarlo de la pulpa, y sácalo hacia fuera, aprovechando la forma curva.

Quizá la primera cereza se rompa un poco, pero rápidamente se le coge maña a la técnica y es muy fácil deshuesar una gran cantidad de fruta en pocos minutos.

Con un deshuesador individual

Deshuesador

Limpio, fácil de usar y sin ocupar demasiado espacio en la cocina, el deshuesador manual es una herramienta perfecta para quienes vayan a cocinar a menudo con cerezas y busquen un acabado preciso. Este modelo es uno de los mejor valorados y la marca no suele fallar con sus productos. Cuenta con un protector antisalpicaduras para evitar manchas indeseadas.

Con el mismo tipo de diseño hay otros deshuesadores de diversas marcas, aunque el precio es tan reducido que no merece la pena racanear un par de euros. Con materiales robustos y buenos acabados, nos puede durar muchas temporadas de cerezas, y también sirve para deshuesar aceitunas.

OXO Good Grips Deshuesador de Cerezas y Aceitunas - Negro

OXO Good Grips Deshuesador de Cerezas y Aceitunas - Negro

Más rápido, usando un vaciador

Lo malo del modelo anterior es que puede llevarnos un rato deshuesar una cantidad generosa de cerezas, por lo que siempre podemos optar por otro utensilio más grande que trabaje con varias unidades a la vez. El vaciador de Tescoma es ya un clásico de los cachivaches culinarios, no demasiado aparatoso, pero que tendremos que pensarnos si nos merece la pena hacerle un sitio.

Es fácil de usar y sistematiza el trabajo con sencillez, acumulando todos los huesos en un depósito limpiamente, y dejando las cerezas prácticamente intactas. La marca alemana Westmark tiene su propio modelo con cinco años de garantía, más grande y con un cilindro de extracción revestido de aluminio; claramente diseñado para rendir más y mejor en una cultura mucho más afín a preparar grandes cantidades de conservas de frutas.

Tescoma VACIADOR DE Cerezas Handy, plástico,Acero Inoxidable

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Westmark 40702260 Deshuesador de cerezas, Aluminum

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Cómo hacer salsa bilbaína, el acompañamiento más fácil para realzar pescados blancos

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Cómo hacer salsa bilbaína, el acompañamiento más fácil para realzar pescados blancos

Un pescado preparado a la bilbaína, en ocasiones llamado también a la donostiarra, consiste en acompañarlo de una sencilla salsa que muchos califican como vinagreta caliente. Es una técnica muy popular en el País Vasco para realzar pescados blancos y semigrasos de primera categoría, como la merluza, el bacalao la lubina o el rodaballo, sin enmascarar su sabor ni restarle protagonismo.

Existen pequeñas variaciones sobre la receta básica, pudiéndose enriquecer con otros ingredientes como pimiento, y cada chef le dará su toque particular con una diferente proporción de los componentes esenciales. Es muy fácil ajustar la salsa al gusto o según el pescado en el que se vaya a emplear, y por eso es una de nuestras elaboraciones favoritas para acompañar un pescado de calidad en cualquier ocasión. Luce tan bien en fiestas especiales como en comidas de diario, y se preparar en pocos minutos.

Bilbaina1

Los ingredientes básicos son ajos, guindilla, perejil, vinagre y aceite de oliva virgen extra. Se puede emplear guindilla fresca o seca, pero el perejil conviene que sea fresco, y el vinagre de vino blanco o sidra, aunque hay lugar para las experimentaciones con otros oscuros o más pronunciados.

A menudo la bilbaína se combina con la técnica del pil pil, y otras veces se utiliza como remate final de un pescado al horno. En su forma más simple, la salsa se prepara en primer lugar, se aparta y se reserva para verterla sobre el pescado justo al final su cocinado. Irremediablemente también nos recuerda al ajillo, o al aglio, olio e peperonccino de Italia.

Hay quien utiliza piparras o añade una entera o picada al refrito, y también es popular la versión enriquecida con pimentón, siempre añadido al final y ya fuera del fuego, para que no se queme. El punto del dorado del ajo se puede ajustar también al gusto, dejando los dientes confitados pero más bien blancos, o tostaditos y más crujientes.

Ingredientes

Para 4 personas
  • Diente de ajo bien frescos 3
  • Guindilla roja seca (o fresca) 2
  • Aceite de oliva virgen extra 100 ml
  • Perejil fresco (un manojo) 30 g
  • Vinagre de vino blanco o sidra 50 ml
  • Pimentón dulce o picante al gusto (opcional)

Cómo hacer salsa bilbaína

Dificultad: Media
  • Tiempo total 15 m
  • Elaboración 5 m
  • Cocción 10 m

Lavar y secar bien el perejil, retirando las hojas de los tallos, y picar más o menos fino, al gusto. Reservar. Pelar los ajos y filetear en láminas no excesivamente finas. Cortar las guindillas en aros.

Disponer los ajos en una sartén, añadir el aceite de oliva y calentar a potencia media-suave. Cocinarlos ligeramente, y cuando empiecen a coger color, añadir la guindilla.

Bilbaina

Mantener la cocción controlando la temperatura para que el ajo no se queme. Retirar, añadir el perejil y esperar a que se enfríe un poco antes de añadir el vinagre y el pimentón opcional. Mezclar bien, emulsionando la salsa con movimientos de vaivén en la sartén.

Otra opción es marcar primero el pescado en la sartén, especialmente si se usa una variedad semigrasa o con abudante colágeno en la piel como el bacalao, para aprovechar sus jugos y proteínas en el refrito.

Volver a calentar, si se ha enfriado, antes de servir sobre el pescado terminado de cocinar a la parrilla, horno o plancha, o agregar sobre este antes de la cocción final en el horno, que debe ser breve para que no se queme.

Con qué acompañar la salsa bilbaína

Tal y como mencionábamos al principio, la salsa bilbaína se emplea tradicionalmente para acompañar pescados blancos o semigrasos, cocinados a la plancha o al horno, sin rebozar. Son clásicas la merluza de pincho, el bacalao, la lubina, la dorada, el rape o el rodaballo, si bien también se puede usar en especies más modestas como la mojarra, el sargo o el congrio, o unas gulas.

Para completar el plato, se pueden preparar unas patatas panaderas, asadas o cocidas, y también le van muy bien los pimientos fritos o en formato ensalada de asadillo. Aunque no es una salsa con tanta sustancia como el pil pil más puro, su intenso sabor pide tener a mano algo de pan para rebañar.

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Así puedes cocinar carne congelada directamente en la barbacoa sin tener que descongelarla antes

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Así puedes cocinar carne congelada directamente en la barbacoa sin tener que descongelarla antes

Por mucho que defendamos los productos frescos, aprovechar el congelador es muy práctico para tener siempre disponibles alimentos que nos pueden sacar de un apuro. Y no siempre hay que acordarse de descongelar nada con antelación, pues es posible disfrutar incluso de una buena pieza de carne a la barbacoa cocinándola directamente congelada, aplicando la técnica adecuada.

El proceso es similar al que ya vimos a la hora de cocinar pescado o pollo congelado, pero esta vez queremos llevarlo a piezas superiores de carne preparadas en la barbacoa. Esto permite aprovechar ofertas especiales de carne, comprando de más para congelar, o simplemente tener piezas en casa a las que echar mano siempre que nos apetezca encender la parrilla.

Para tener éxito y evitar estropear la carne no basta con simplemente echar la pieza sobre la barbacoa caliente. La especilista culinaria Andrea Geary de America's Test Kitchen, indagó en el proceso para dar con los puntos clave que nos asegurarán resultados perfectos.

Las claves para cocinar carne congelada en la parrilla

  • La carne y el corte adecuados. Esta técnica no sirve con carnes muy magras, delgadas o de cocciones rápidas. Necesitamos dorar y marcar bien el exterior antes de que se cocine el interior, pero la barbacoa no calienta tanto como una plancha sobre la placa de cocina. Si usáramos filetes muy finos, quedarán sobrecocinados, secos y sosos. Las mejores piezas serán tipo entrecots de lomo y chuletones de ternera o buey, de unos 2,5-3 cm de grosor.
Carne
  • Congelación correcta. Salvo que hayamos comprado la carne ya ultracongelada, es importante congelar las piezas muy frescas correctamente. Envuélvelas individualmente en plástico film, bien prieto sin burbujas de aire, y congélalas primero planas sobre una bandeja. Pasadas unas horas, ya sólidas, introdúcelas en una bolsa de congelación con cierre hermético. Si tienes envasadora al vacío, aprovéchala.
  • Combinar dos cocciones. Un buen entrecot debe quedar bien dorado y ligeramente churruscado -que no quemado- por fuera, manteniendo el interior jugoso, poco hecho. Para ello, primero hay que depositar la pieza congelada directamente sobre la parte más caliente de la barbacoa ya en marcha, sea eléctrica o de brasas. Cocínala unos 6-7 minutos por cada lado, y llévala a la parte más fría de la parrilla, lejos del calor directo. Según el punto deseado y la pieza, necesitará unos 10-15 minutos más para cocinar el interior.
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Utiliza un termómetro digital para controlar con precisión la temperatura del interior y así tenerla justo al punto que más te guste. En menos de media hora habrás podido cocinar una buena pieza carne al grill sin tener que pasar por la carnicería.

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Coulis: qué es, cómo se hace y para qué se usa

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Coulis: qué es, cómo se hace y para qué se usa

Si te gustan los dulces, es bastante probable que hayas escuchado alguna vez el término coulis. Pierre Hermé, en su libro "Larousse Postres", lo describe como una preparación hecha a base de frutas levemente cocidas en un almíbar o simplemente trituradas.

El coulis procede de la cocina francesa y, en su versión dulce (que también la hay salada), sirve para salsear infinidad de postres, tartas, sorbetes, helados, quesos, etc. Este su uso principal, aunque también sirven para dar sabor a batidos y otras bebidas.

El término coulis, en origen, hacía referencia a una elaboración de carne espesada que daba cuerpo y sabor a las salsas. Hoy en día ha pasado a ser una salsa dulce o salada, hecha con frutas y/o verduras, que se obtiene por cocción, maceración o en crudo.

Se obtiene al triturar ciertos alimentos previamente preparados, concentrando su sabor. En ocasiones se pasa por un colador (su significado deriva del verbo francés "couler" que significa colar) para que quede más fino y conseguir la consistencia de crema o puré ligero que lo caracteriza.

Los postres ganan mucho con un coulis a su vera. Además de proporcionar un punto de sabor extra, esta salsa da color al plato y con ella se pueden conseguir presentaciones llamativas.

Existen infinidad de coulis. Los más populares son los de frutas, que se usan para salsear postres, y los de verduras o verduras y frutas, que se sirven junto a carnes y pescados. Uno de nuestros favoritos es el coulis de fresa, que os enseñamos a preparar de manera fácil, rápida y sin cocción alguna.

Ingredientes

Para personas
  • Fresa 275 g
  • Azúcar glasé 30 g
  • Agua 35 ml

Cómo hacer coulis de fresa

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 5 m
  • Elaboración 5 m
Coulis De Fresa 1

Para la elaboración de este coulis (y cualquier otro) conviene utilizar fruta madura, que no pasada de punto. Esto es importante pues su sabor y, sobre todo, la duración del coulis, dependen de una buena fruta en su punto de maduración.

Después de lavar y secar las fresas, retiramos las hojas verdes y las desechamos. Troceamos e introducimos en el vaso de una batidora o robot. Trituramos hasta que no haya trozos de fruta visibles y transferimos a un cuenco.

Coulis De Fresa 2

Añadimos el azúcar glasé y removemos con unas varillas. Utilizamos este tipo de azúcar por que se disuelve rápidamente. Podemos usar azúcar granulado, pero habría que dar un hervor a la mezcla para que se disolviera rápidamente o dejar reposar en frío hasta que esto ocurriera.

Coulis De Fresa 3

Cuando el azúcar esté completamente integrado con el puré de fresa añadimos el agua, removemos de nuevo y listo para usar. Este coulis se puede condimentar con un poco de esencia de vainilla, con zumo de naranja o limón (quitando parte del agua), con una pizca de canela molida o cualquier otra especia al gusto.

Coulis De Fresa 4

Una variante del coulis de fresa es el de frutas rojas. Para prepararlo solo hay que usar el mismo peso de fresa indicado en la lista de ingredientes, pero de frutas rojas variadas. Por ejemplo, frambuesas, cerezas y/o grosellas.

En el libro mencionado, Pierre Hermé presenta recetas de coulis para postres que resultan muy interesantes. El clásico de frambuesa, coulis de grosellas negras, de mango, de melocotón, de naranja amarga, de ruibarbo y, el que más llama la atención, de pimiento rojo y frambuesa.

Algunos de ellos, como ocurre con el de fresa, se elaboran simplemente batiendo la fruta con ingredientes aromatizantes (si se usan) y algo de azúcar, otros necesitan maceración previa y cocción para estar listos. Sea como fuere, los coulis son salsas sencillas y rápidas de preparar.

En qué platos utilizar el coulis

El coulis, al igual que ocurre con otros tipos de salsa, es un buen aderezo para múltiples platos. Sientan de maravilla a cualquiera de nuestras tartas de queso, especialmente la de La Viña y la de mascarpone, y a carnes y aves asadas, como el solomillo de cerdo, la ternera, el pavo y las pechugas de pollo.

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Qué es una mirepoix, cómo se prepara, cuáles son sus principales usos y 17 recetas en las que utilizarla

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Qué es una mirepoix, cómo se prepara, cuáles son sus principales usos y 17 recetas en las que utilizarla

Además de una localidad francesa, una mirepoix es una de las bases aromáticas esenciales de la cocina, y también da nombre al corte de las hortalizas con la que se prepara. Son muchas las elaboraciones que parten de una mirepoix, fundamentalmente caldos, sopas, guisos, estofados y salsas, y su presencia es crucial para dotar del plato de intensidad de sabores. Además, es muy fácil de aplicar.

Saber preparar y utilizar correctamente la mirepoix es de las primeras cosas que aprende un aspirante a chef, una técnica básica que, a pesar de su simplicidad, puede elevar multitud de recetas. Comprender cuáles son sus claves y por qué su presencia es crucial en la cocina nos ayudará a aplicarla en casa para enriquecer nuestros platos cotidianos.

Qué es y por qué se llama así

En primer lugar tenemos el corte mirepoix, uno de los muchos que se puede aplicar a las verduras y hortalizas en función de la elaboración que queramos preparar, como el corte en brunoise o en juliana.

El mirepoix consiste en cortar los ingredientes en piezas con forma similar a un dado, entre 10 y 15 mm de lado (1-1,5 cm). Dichos dados no tienen por qué ser perfectos, de hecho suelen ser muy irregulares, pero lo importante es que todos presenten cierta homogeneidad en el tamaño señalado.

Mirepoix

Cuando se emplea una combinación de varias hortalizas así cortadas para dar sabor a un plato, hablamos de la técnica mirepoix propiamente dicha. Los tres ingredientes básicos y más comunes que la forman suelen ser apio, zanahoria y cebolla, pudiendo incorporar otros como puerro, nabo, chirivía o también hierbas aromáticas. También se suele llamar así al caldo o sopa básica resultante de su cocción.

El nombre proviene del cocinero que servía al aristócrata francés Charles-Pierre-Gaston François de Lévis, duque de Lévis-Mirepoix, a quien se acredita como inventor allá por el siglo XVIII, o al menos como el que asentó y popularizó la técnica.

Mirepoix

Los usos y tipos de mirepoix

Cebolla, apio y zanahoria son hortalizas de las consideradas "aromáticas", cuya presencia en una receta está muchas veces justificada por el fondo de sabor que dejan, más que como ingredientes en sí mismos. A menudo se retiran de la elaboración final, como cuando preparamos un caldo.

Existen varios métodos para utilizarla, siendo el más frecuente una primera y ligera cocción a fuego suave, con mantequilla o aceite vegetal, dejando que liberen sus sabores sin llegar a dorarlos o caramelizarlos, antes de agregar agua o caldo. Para bases de carne, normalmente se marca primero la proteína antes de cocinar la mirepoix en la grasa que ha soltado.

Mirepoix5

Al cortarse en dados de 1-1,5 cm, la superficie de intercambio entre las hortalizas y el líquido es media, perfecta para cocciones de entre dos y cuatro horas, máximo. Si se cocinan en exceso, tenderán a deshacerse. Lo ideal es ajustar el tamaño según la receta; las piezas más pequeñas se cocinarán más rápido.

En función del tipo de verduras y la cocción se distinguen varios tipos de mirepoix, además de existir algunas variantes específicas:

  • Mirepoix blanca. La base más ligera y suave, en la que las hortalizas suelen cocinarse directamente crudas en el agua o caldo, para enturbiar lo mínimo. Casi siempre se usa para fumets o caldos cortos.
  • Mirepoix oscura. Se parte de una especie de sofrito con aceite o mantequilla, a fuego suave, hasta casi caramelizar o dejando incluso que las verduras se doren ligeramente. Más adecuado para salsas o fondos de carne.
  • Mirepoix au gras o grasa. Los vegetales se sofríen con algún componente graso extra, como tocino o panceta.
  • Mirepoix matignon. Esta variante particular incorpora hueso de jamón para añadir más sabor y aroma. Suele desglasarse con vino y en este caso no se descarta.
  • Pinçage. Otra elaboración francesa muy similar que también lleva tomate o concentrado de tomate. Más adecuada para salsas.
  • Santa Trinidad. La holy trinity es la esencia de la cocina cajún, que en lugar de zanahoria suele llevar pimiento.

Así se prepara una mirepoix

La fórmula de una mirepoix básica y universal es muy sencilla y fácil de recordar. La proporción esencial consiste en dos partes de cebolla, una parte de apio y una parte de zanahoria; se puede medir con una báscula o usar medidas en volumen, pues tampoco tiene que ser una precisión exacta.

Mirepoix1

Ingredientes

Para 4 personas
  • Cebolla blanca 400 g
  • Zanahoria 200 g
  • Apio 200 g
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal

Cómo hacer mirepoix

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 25 m
  • Elaboración 10 m
  • Cocción 15 m

Lavar y secar bien los vegetales, desechando las capas externas de la cebolla. Cortar las hojas del apio y la zanahoria, si las llevaran, reservándolas para otra preparación. Si se van a retirar después, no es necesario pelar la zanahoria.

Cortar en dados de 1-1,5 cm, aproximadamente, a cuchillo o con un procesador de alimentos, procurando que no queden excesivamente picados. Calentar a fuego medio-bajo una sartén o cazuela con un par de cucharadas de aceite de oliva o de mantequilla, y sofreír las hortalizas añadiendo una pizca de sal (opcional).

Cocinar sin dejar que se agarren al fondo ni que cojan color, dejando que liberen su aroma y sus jugos poco a poco, hasta que la cebolla esté transparente y toda la verdura tierna. Usar a conveniencia.

Recetas para utilizar la mirepoix

Sopa

Fotos | iStock - Pixabay - Joy - Pigup
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Salsa vizcaína, cómo prepararla y en qué recetas puedes utilizarla

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Salsa vizcaína, cómo prepararla y en qué recetas puedes utilizarla

Sin duda se trata de una de las grandes salsas clásicas de la cocina vasca, y por eso, en nuestro curso de cocina, hoy te enseñamos cómo preparar la salsa vizcaína y en qué recetas puedes utilizarla.

Elaborada con cebolla y pimiento choricero, existen algunas polémicas sobre su elaboración, ya que en su origen esta receta tenía tomate entre sus ingredientes, aunque hoy los puristas no lo utilizan. El bonito color rojo de esta salsa se debe a la carne del pimiento rehidratado.

También es habitual terminar la receta añadiendo un hueso de jamón o un trozo de tocino para incorporar su sabor en la parte final de la elaboración, aunque también cabe no hacerlo, y tampoco es pacífica la doctrina sobre si hay que incorporar o no harina o pan para espesarla, aunque como podéis ver en el resultado final, no resulta necesario.

Nosotros hemos optado por hacer la receta de manera sencilla, aromatizando la elaboración con un trozo pequeño de jamón -que luego se retira- y añadiendo un chorreón de brandy, como es tradicional. Dejo a vuestra elección si queréis añadir un diente de ajo o no, aunque a mí me gusta echarlo.

Ingredientes

Para 6 personas
  • Cebolla blanca o morada 3
  • Diente de ajo (opcional) 1
  • Pimiento choricero (También puedes usar pulpa de choricero en conserva) 4
  • Hueso o punta de jamón (Pequeño) 1
  • Aceite de oliva virgen extra para pochar la cebolla, tres cucharadas soperas

Cómo hacer salsa vizcaína

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 1 h 15 m
  • Elaboración 15 m
  • Cocción 1 h

Comenzamos rehidratando los pimientos choriceros. Para evitar que amarguen podéis escaldarlos tres o cuatro veces y después dejarlos unas horas en remojo hasta que se ablanden. Picamos las cebollas en juliana y procedemos a caramelizarlas, cocinándolas poco a poco como os explicamos en la receta de la cebolla caramelizada. Si queréis podéis añadir un diente de ajo o dos muy picados.

Cuando la cebolla esté tomando color tras unos 20 minutos a fuego muy lento, procedemos a sacar la carne de los pimientos choriceros, raspando con un cuchillo. No pasa nada si se os cae alguna semilla porque luego desaparecerá al triturar la salsa. Agregamos la carne del pimiento a la sartén, añadimos un buen chorreón de coñac o brandy y removemos bien para mezclar.

Añadimos el agua de rehidratar los choriceros, o agua común si hemos usado pulpa de choriceros industrial y un pequeño hueso o punta de jamón, que aportará sabor y hará que no sea necesario añadir sal. Dejamos que todo se cocine durante unos 30 minutos hasta que esté bien espeso.

Salsa Vizcaina Pakus Futurobloguero Pasos Directo Al Paladar

Retiramos el jamón y trituramos la salsa en un robot de cocina o batidora potente y ajustamos el espesor de la vizcaína con más líquido si nos hubiera quedado demasiado espesa. Si nos queda demasiado líquida, podemos reducirla al fuego o añadir un roux de harina incorporándolo al triturar la vizcaína.

En qué recetas puedes utilizar la salsa vizcaína

Una de las ventajas de la salsa vizcaína clásica es su versatilidad. Puedes utilizarla en recetas de pescado, siendo el bacalao a la vizcaína el plato más habitual que se sirve con esta salsa, napando la tajada por encima y dejando el resto en una pequeña fuente para que el que quiera se añada un poco más a su gusto.

También puedes usarla con recetas de carne, ya que funciona muy bien con cerdo y usarla en lugar del ketchup en hamburguesas, y en recetas de patatas cocidas o asadas, o como salsa para mezclar en rellenos de empanadas y empanadillas.

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Cómo hacer yogur casero: consejos para quede perfecto y 27 recetas en las que usarlo

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Cómo hacer yogur casero: consejos para quede perfecto y 27 recetas en las que usarlo

El yogur es un producto lácteo que se obtiene mediante la fermentación de microorganismos específicos de la leche (bacterias de los géneros Lactobacillus y Streptococcus). Además de con leche de vaca, se puede elaborar yogur con leche de otros animales, como pueden ser la oveja o la cabra.

Como ocurre con (casi) todo, el yogur casero es infinitamente superior al que podamos comprar en las tiendas (por muy artesanos que nos digan que son). El proceso de elaboración es muy sencillo y el esfuerzo requerido por nuestra parte es prácticamente nulo.

Hacer nuestro propio yogur supone un ahorro en la cesta de la compra y evita que generemos más residuos plásticos si somos de tomar yogur a diario. Existen varias maneras de preparar yogur casero, os las contamos a continuación. Avisamos que cuando probéis el resultado, no querréis volver a comprarlo en el super.

Solo dos ingredientes

Para preparar yogur casero solo se necesitan dos ingredientes: leche de vaca, oveja o cabra (no sirven las leches o bebidas vegetales) y fermento.

  • Sobre la leche

Para hacer un yogur casero superior conviene usar leche fresca entera pasteurizada. Algo fácil de conseguir: suele haber un pequeño refrigerador con una selección de leches frescas en todos los supermercados.

Sin embargo la leche fresca se pasteuriza a 72 ºC, lo que elimina los gérmenes que pudiera contener sin disminuir los valores nutricionales y biológicos de las proteínas. Algo necesario para conseguir un yogur bien cuajado y sin el añadido de sustancias químicas.

Con leche entera se obtiene un yogur más consistente, aunque nada impide el uso de leche semidesnatada o, incluso, desnatada. Eso sí, hay que tener en cuenta que la textura cambiará debido al distinto porcentaje de materia grasa.

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  • Sobre el fermento

Para hacer yogur necesitamos fermentar leche y este proceso se puede realizar con productos diferentes. Existen tres tipos de fermento a nuestro alcance, unos más efectivos que otros, pero todos perfectamente válidos: yogur industrial, fermento liofilizado y yogur casero.

Si usamos yogur industrial tendremos que asegurarnos que es 100% natural, a base de leche y fermentos, no una leche fermentada desnatada enriquecida con leche en polvo, almidones y gelatinas. El yogur pasteurizado no nos sirve, ya que no posee bacterias vivas.

El fermento liofilizado, combinación de cepas de dos bacterias ácido lácticas, es la forma más eficaz de fermentar la leche y conseguir un yogur casero natural perfecto. Para obtener un yogur casero completamente natural lo ideal es usar un fermento puro sin modificación genética y ni añadidos.

El tercer y último tipo de fermento es el yogur casero. Sí, con yogur que hayamos preparado previamente en casa podemos producir más yogur. Esta fórmula no es eterna. Lo podemos utilizar como máximo cuatro veces, pero más de ello puede dar como resultado un yogur mal cuajado y/o excesivamente ácido.

En yogurtera, crock-pot u olla a presión: el proceso de fermentación

Para hacer yogur en casa podemos usar una yogurtera, una crock-pot (olla de cocción lenta) o una olla (mejor a presión pues la goma de la tapa ayuda a mantener la temperatura). Sea cual sea el método que decidamos usar, partimos de la misma fórmula base: leche + fermento + temperatura adecuada y constante (45 ºC).

Para la elaboración de la fórmula base calentamos 1 litro de leche fresca entera pasteurizada (de vaca, oveja o cabra) hasta alcanzar 45-48 ºC. Apartamos del fuego, añadimos el fermento elegido (125 g de yogur industrial, 1 g de fermento liofilizado o 125 g de yogur casero) y removemos hasta integrar.​ Usamos inmediatamente, evitando que baje la temperatura.

A 45 ºC de temperatura las bacterias de la leche se activan y poner en marcha el proceso de fermentación que trae como resultado el yogur casero. Es clave controlarla y evitar que supere los 48 ºC, pues a partir de esta temperatura las bacterias mueren.

proceso de elaboración del yogur

En yogurtera. No cabe duda que la yogurtera es lo más cómodo. Este pequeño electrodoméstico mantiene la leche a la temperatura adecuada, de forma constante, durante el tiempo necesario para que fermente y cuaje en su punto justo de acidez.

Solo hay que repartir fórmula base en los tarros de cristal de la yogurtera introducir en la misma, sin taparlos. Hay que dejar separación entre ellos para que, durante la fermentación, no se golpeen y produzcan bolsas de suero. Programamos la yogurtera ocho horas y ya tenemos los yogures listos.

En crock-pot u olla de cocción lenta. Si tenemos una crock-pot u olla de cocción lenta nos podemos ahorrar perfectamente la yogurtera. Llenamos la olla de cocción lenta con un par de dedos de agua. Cerramos y calentamos en potencia alta hasta que alcance los 50 ºC. Apagamos y desconectamos la olla, dejando la tapa puesta.

Preparamos la fórmula base tal y como indicamos más arriba. Repartimos en tarros de cristal, tapamos y colocamos dentro de la olla. Rápidamente cubrimos con una toalla, cerramos la olla y la envolvemos bien con otra toalla. Dejamos reposar en un lugar cálido entre ocho y diez horas, mejor aún si son 12.

En olla a presión. Con una a presión u olla rápida también se puede hacer yogur casero. Sólo tenemos que llenarla de agua, tapar y calentar. Alcanzado el punto de ebullición, retiramos la olla del fuego, despresurizamos y retiramos el agua.

Preparamos la fórmula base tal y como indicamos más arriba. Repartimos la mezcla en tarros de cristal, los tapamos y los introducimos dentro de la olla, sin que se toquen entre sí. Cerramos inmediatamente, envolvemos la olla con una manta y dejamos reposar en un lugar cálido entre ocho y diez horas, mejor aún si son 12.

Una vez listo nuestro yogur casero solo queda cerrar los tarros con sus correspondientes tapas (si no lo están ya) y meterlos en la nevera inmediatamente para frenar el proceso de fermentación. Cuanto más se alargue, más ácidos quedan. Se conservan en perfecto estado durante siete días.

SOS: no he conseguido el resultado deseado

Aunque hacer yogur en casa es muy fácil, puede ocurrir que el resultado deseado no coincida con el obtenido. Nos ha salido muy líquido, sabe demasiado ácido o tiene suero en la superficie.

yogur casero

Lo primero, un yogur demasiado líquido, se evita usando leche y fermento de calidad y respetando la fórmula base indicada (a la temperatura adecuada). No obstante, para conseguir yogures más espesos podemos añadir una cucharada (15 ml) de leche en polvo a la mezcla base.

La acidez del yogur viene determinada por el tiempo de fermentación. Cuantas más horas dure el proceso, mayor será la acidez. Esto no es necesariamente un fallo, hay quienes adoran los yogures ácidos. Para los que no son tan aficionados a ello recomendamos no superar las 10 horas de fermentación.

La aparición de suero ocurre cuando los tarros de yogur se tocan y, durante el proceso de fermentación, se producen choques entre ellos. Otra causa es el uso de leche de baja calidad, con pocas proteínas o poca grasa. Para hacer un buen yogur hay que invertir en una buena leche.

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27 recetas en las que usar yogur casero

El yogur casero adquiere cuerpo y sabor tras reposar unas cuantas horas en la nevera. Si hemos usado ingredientes de calidad, tendremos un yogur cremoso y suave para tomar tal cual o combinar con mermelada, miel, fruta, cereales, etc. Sin embargo, con yogur también podemos preparar salsas, aliños, cremas, marinadas, panes, bizcochos, batidos, helados, dulces, etc. Aquí van unas cuantas ideas.

panecillos de yogur y semillas
Panecillos de yogur y semillas
helado de yogur y cerezas
Helado de yogur y cerezas

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Trucos para cocinar las mejores gambas y langostinos a la parrilla: dorados por fuera y muy jugosos por dentro

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Trucos para cocinar las mejores gambas y langostinos a la parrilla: dorados por fuera y muy jugosos por dentro

Los productos del mar son excelentes candidatos para disfrutar del sabor de las brasas o de la cocina a la parrilla, especialmente en primavera y verano. Más allá de pescados como la sardina, el marisco siempre es muy agradecido, y las gambas y langostinos son el comodín más asequible que suele gustar a todo el mundo. Sin embargo, su pequeño tamaño complica obtener ese cocinado perfecto, bien dorado por fuera, pero jugoso por dentro.

El problema de los crustáceos pequeños es que se cocinan demasiado rápido para darle tiempo al calor de la parrilla a que haga su magia. Una barbacoa o grill nos hace salivar con la reacción de Maillard que produce en el exterior de carnes, verduras y pescados, pero en el proceso el interior del alimento puede sobrecocerse y quedar reseco.

Con el fin de evitarlo, repasamos los mejores trucos y consejos a tener en cuenta antes de lanzar las gambas o langostinos sobre las brasas, una cuestión que ya se planteó nuestro guró culinario J. Kenji López-Alt. La ciencia, la lógica y la experiencia en la cocina nos dan las claves para triunfar con las barbacoas marineras en casa.

Elige ejemplares grandes

Langostinos Crudos

Aunque solemos usar el genérico gamba para referirnos a la gran familia que forman estos crustáceos, en nuestro idioma lo habitual es diferenciar entre gambas y langostinos por el tamaño, siendo los segundos las especies más grandes.

No tenemos que entrar en detalles específicos de variedades concretas, simplemente tener presente que, a mayor calibre, menor riesgo de que se cocinen demasiado rápido. Para la parrilla o barbacoa, mejor evitar las gambas muy pequeñas o delicadas, como podría ser la blanca o la roja. Un langostino común de buen tamaño, de buena calidad, nos dará buenos resultados.

No los peles

Gambas Grill

La cáscara de estos animales actúa como coraza protectora de la carne, y además potencia el sabor durante el cocinado, del mismo modo que son una base estupenda para preparar un caldo rápido. La cabeza sí se puede retirar, pero para evitar la sobrecocción, un truco sencillo es dejar los langostinos sin pelar.

Claro que si prefieres evitar las molestias que implica tener que pelarlos a mano en el plato, o prefieres que luzcan mejor las brochetas directamente listas para comer, pélalos con calma antes de cocinarlos o cómpralos ya limpios. Solo habrá que tener más cuidado con el cocinado.

Ensártalos muy apretados en brochetas

Langostinos

Es la forma más sencilla de cocinar gambas y langostinos sobre brasas, parrilla o plancha, ya que podrás controlar su cocción más fácilmente girando y retirando muchos ejemplares al mismo tiempo. Quedarán mejor si usas dos brochetas paralelas por cada tanda de langostinos, evitando que se rompan, y si dejas pocos espacios entre ellos.

Como bien explica J. Kenji López, que sigue las indicaciones de la publicación 'Cook's Illustrated', apretando las piezas se deja menos superficie expuesta al exterior, ralentizando el cocinado interior de los crustáceos.

Marínalos en seco con bicarbonato, azúcar y sal

La magia del bicarbonato sódico en la cocina va más allá de su uso como agente leudante. Es una lección de química: ayuda a conservar la jugosidad interior de la carne, al mismo tiempo que potencia la reacción de Maillard exterior, pues su popder alcalino elevar el pH del alimento.

La sal, además de potenciar los sabores, extrae la humedad, y el azúcar ayuda a caramelizar más rápido el exterior de los langostinos. Si quieres evitar el pequeño toque dulzón que dará el azúcar, omítelo; los otros dos componentes ya darán muy buenos resultados. Usa una mezcla de 15 g de sal, 5 g de azúcar y 1/2 cucharadita de bicarbonato por cada kilo de langostinos o gambas.

Déjalos secar al menos una hora

Gambas Brocheta

Una vez pelados, sécalos con papel de cocina y mézclalos con los aderezos anteriores. A continuación, ensártalos y coloca las brochetas sobre una bandeja, con los extremos elevados para que los crustáceos estén "al aire", sin tocar ninguna superficie. Déjalos al menos una hora en la parte menos fría de la nevera para que salga la humedad que puedan tener y se sequen por fuera. Si han quedado húmedos, vuelve a pasarlos por papel de cocina o un paño limpio.

Precalienta bien la parrilla

Después solo queda calentar correctamente la parrilla o barbacoa, a alta temperatura, dándole tiempo a que se precaliente bien. Pinta los langostinos con aceite de oliva virgen extra, engrasa el grill si es necesario, y cocina las brochetas hasta que estén bien doradas y caramelizadas, por ambas caras, unos 4-5 minutos.

Parrilla

Sírvelas inmediatamente con aderezos o salsas al gusto, o simplemente con zumo de limón o un aceite aromatizado con ajo. También serían un producto excelente para rellenar tacos, bocadillos, coronar tostas o enriquecer ensaladas.

Fotos | iStock - Unsplash - Marco Verch
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Guía para cocer huevos perfectos según la receta: pasados por agua, mollets y duros (y trucos para pelarlos bien)

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Guía para cocer huevos perfectos según la receta: pasados por agua, mollets y duros (y trucos para pelarlos bien)

Por mucho que se siga diciendo aquello de "no sabes ni freír un huevo", nadie puede negar que resulta más sencillo prepararlos cocidos. También son más versátiles, saludables y agradecidos, pues nos sirven como base de otras recetas, ingrediente y complemento, añadiendo proteínas de alta calidad a multitud de platos. Y, a pesar de todo, cocer huevos perfectos tiene su intríngulis.

Cocer es una técnica básica de cocina que consiste en sumergir un alimento en un líquido, normalmente agua, para transformar sus propiedades físicas y químicas a través de la aplicación de calor. Para cocer un huevo solo hace falta agua, una fuente de temperatura y un tiempo reducido, aunque variable, y también pueden hacerse huevos cocidos al vapor.

Entonces, ¿dónde está el misterio? Hay dos parámetros fundamentales que cambiarán el resultado final: la temperatura y, sobre todo, el tiempo de cocción. El equilibrio entre ambos nos dará huevos cocidos más firmes o con la yema más melosa, pasando antes por el estadio de los llamados huevos pasados por agua. El punto de cocción dependerá del uso que queramos darle, y, por descontado, de nuestro gusto.

Además, hay algunos trucos que podemos aplicar para que el huevo cocido se pueda pelar fácilmente, evitando esa molesta cáscara rota en pedacitos que termina arrancando parte de la clara, dejándonos un huevo mutilado y feo. Pero ya advertimos que no existe la técnica perfecta y definitiva, pues cada cocinero tiene su método propio basado en la experiencia propia y también el gusto particular o su estilo.

Huevo Duro Cerrado

Cómo cocer huevos: principios básicos

  • No usar huevos fresquísimos. Es mejor que tengan unos cuantos días para que sean más fáciles de pelar. Tampoco demasiado viejos -siempre sin caducar-, o la cámara de aire interior será demasiado grande.

  • Cocerlos directamente de la nevera. El choque térmico ayuda a que se cuezan mejor, con una clara firme pero no gomosa, y una yema más melosa. Además, evitaremos tener que esperar a que se atemperen.

Huevos Hirviendo
  • Hervir primero el agua. Los huevos se pueden cocer desde agua fría o agua ya hirviendo; aconsejamos el segundo método. Controlaremos mejor el tiempo exacto y, de nuevo, el choque térmico ayuda a obtener un mejor resultado. Para los huevos pasados por agua, necesitamos que hierva a fuego más lento, no a borbotones.

  • Introducir el huevo con cuidado usando una cuchara. No hay que soltar los huevos de golpe o correrán el riesgo de romperse o quebrarse. Coloca cada uno en una cuchara sopera y deposítalos suavemente dentro del agua hirviendo.

  • Bajar la temperatura. Si quieres huevos duros, espera 30-40 segundos y después baja la temperatura a unos 85ºC. La clara se habrá cuajado ligeramente, separándose de la cáscara, pero al disminuir la temperatura volvemos a ralentizar la cocción, evitando que quede muy hecha antes de que se cueza la yema.

  • Usa una tapa. Habrá menor pérdida de calor y evitarás que se evapore el líquido. Si es hermética y transparente, mejor.

Guia Cocer Huevos Tiempos
  • Controla el tiempo. Con la mayor precisión posible, según quieras el punto. Los cronómetros con figuritas graciosas se inventaron precisamente para cocer los huevos; puedes usar el reloj del teléfono o incluso mirar el horno como referencia. La tabla superior da una pista del tiempo aproximado que se necesita para cada punto de cocción.

  • Agua con hielo. Ten preparado un recipiente con agua muy fría y cubitos de hielo para cortar la cocción rápidamente, salvo que quieras servirlos calientes al momento. Para pelarlos con facilidad, déjalos al menos 15 minutos.

  • ¿Pinchar o no pinchar?. Si quieres obtener huevos perfectos, sin el hueco que deja la cámara de aire, hay dos opciones. La primera es pinchar la base con un alfiler o aguja, pero esto puede provocar que entre agua al interior. En teoría, echando vinagre al agua evitaríamos que el huevo líquido se desparramara por fuera, pero para evitar riesgos, es mejor no pincharlos y confiar en el control de temperatura y el baño helado mencionado en el punto anterior.

Huevo Cocido

Huevos pasados por agua y mollet

Pon abundante agua potable a calentar en un cazo, olla o cazuela del tamaño suficiente para que los huevos no se choquen entre sí. Para un máximo de seis huevos, necesitaremos unos tres litros de agua. Prepara un recipiente con agua helada y hielo si los quieres mollet.

Cuando el agua haya empezado a hervir a una potencia suave, sin borbotones fuertes, saca los huevos de la nevera -lávalos bajo el grifo si estuvieran sucios- y deposítalos en el agua uno a uno, usando una cuchara sopera, dejándolos caer sobre la superficie con suavidad.

Huevo Pasado Agua

Pon la tapa -opcional-, si la tiene, y cuécelos manteniendo esa temperatura durante unos 3-5 minutos. Apaga el fuego, sácalos rápidamente con una espumadera y sírvelos inmediatamente en un reposahuevos con una cucharilla.

Para la versión mollet, cuécelos en agua hirviendo a mayor temperatura durante 5-7 minutos, enfriándolos rápidamente en agua con hielo.

Huevos duros

Pon abundante agua potable a calentar en un cazo, olla o cazuela del tamaño suficiente para que los huevos no se choquen entre sí, que tenga tapa. Para un máximo de seis huevos, necesitaremos unos tres litros de agua. Prepara también un recipiente con agua helada y hielo. No cuezas más huevos a la vez o podría bajar demasiado la temperatura.

Huevos Cocidos

Una vez el agua esté hirviendo con alegría a borbotones -sin exagerar-, saca los huevos de la nevera, lavándolos con agua si estuvieran fríos, y deposítalos en el agua uno a uno, usando una cuchara sopera, dejándolos caer sobre la superficie con suavidad.

Cuenta 30-40 segudos, pon la tapa y baja el fuego para dejar una potencia más suave, sin perder el hervor total. Cronometra los minutos exactos según el punto de cocción que te guste o necesites, y apaga el fuego.

Huevos Hielo

Saca los huevos con una espumadera colocándolos rápidamente en el baño de agua helada. Espera unos 15 minutos antes de sacarlos, o deja que se enfríen por completo. Serán más fáciles de pelar si los dejas toda la noche, fuera del agua, secos en un recipiente hermético, en la nevera.

Para pelarlos con más facilidad rompe la cáscara por todas partes, suavemente, y procede a retirarla bajo el agua corriente, dejando un colador debajo para recoger las piezas.

Recetas para sacarles partido

Los huevos cocidos enriquecen con proteínas platos como ensaladas, sopas y cremas calientes y frías, tostas, sándwiches, bocadillos, platos de pasta, salteados, verduras rellenas, canapés, etc. Si están duros, se pueden cortar en gajos, láminas o picar, y si los dejamos con la yema líquida esta se fundirá con el resto del plato, creando una especie de suculenta salsa que además dará uniformidad al conjunto.

Porra

Fotos | iStock - Unsplash - Pixabay - Andrea Nguyen
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Cómo hacer merengue francés (el más fácil): trucos y consejos para que quede perfecto

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Cómo hacer merengue francés (el más fácil): trucos y consejos para que quede perfecto

Hoy os vamos a enseñar a hacer merengue francés, el más fácil y rápido de los tres tipos que existen en repostería. De los otros dos, el suizo y el italiano, ya os hemos hablado anteriormente. Cada uno de ellos se utiliza una técnica distinta, aunque los ingredientes base son los mismos: clara de huevo y azúcar.

Al merengue francés también se le conoce como básico, por lo sencillo y descomplicado que es de preparar. Se consigue batiendo una mezcla de clara de huevo y azúcar, incorporando aire durante el proceso hasta obtener una masa firme, cremosa y consistente, deliciosa y adictiva, lista para usar en nuestros postres y dulces.

El merengue, sea del tipo que sea, es una preparación ideal para aprovechar (o no) las claras sobrantes de otras elaboraciones de pastelería. Se usa tanto rellenar y decorar tartas y pasteles, como para cocer por sí solo al horno, en forma de pequeños bocados o como base de tartas y tartaletas.

Trucos y consejos para obtener un merengue francés perfecto

A la hora de elaborar merengue francés (o de cualquier otro tipo) es necesario usar claras obtenidas de huevos frescos. Las que venden en las tiendas de alimentación, en botes o tetrabrick, no sirven para este propósito. Así que toca separar las claras de las yemas de cuatro huevos, asegurando que no caen restos de yema en las claras.

Istock 1312644140 merengue francés

Las claras montan mejor si:

  • son claras de huevos viejos,
  • han sido congeladas (y descongeladas) previamente,
  • y se encuentran a temperatura ambiente.

Para que las claras compacten mejor podemos añadir:

  • una pizca de sal,
  • unas gotas de zumo de limón o vinagre,
  • o cremor tártaro.

Nosotros solemos usar sal fina, ingrediente que siempre tenemos a mano, y nos da buenos resultados. Si, una vez listo, vamos a cocer el merengue y queremos asegurar que va a quedar bien firme, podemos añadir harina de maíz refinada junto con el azúcar.

Istock 1005516936 merengue francés cocido

Para montar las claras usamos un recipiente hondo y amplio, bien limpio y seco. Añadimos una pizca de sal antes de empezar a batir. El proceso se puede hacer a mano, pero es largo y cansado. Recomendamos usar unas varillas eléctricas o un robot de cocina.

Receta de merengue francés

Ingredientes

Para personas
  • Clara de huevo 4
  • Azúcar blanco (mejor si es tipo "caster") 200 g
  • Sal una pizca

Cómo hacer merengue francés

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 15 m
  • Elaboración 15 m

En un recipiente hondo (limpio y seco) batimos las claras y la sal a velocidad media. Cuando la mezcla empiece a tomar cuerpo y a espumar, sin dejar de batir en ningún momento, agregamos el azúcar poco a poco.

Una vez incorporado todo el azúcar seguimos batiendo hasta que los granos se hayan disuelto en las claras y la mezcla esté tan firme que, al voltear el recipiente, ésta se mantiene pegada a la base.

Para obtener un merengue en condiciones es necesario tener paciencia. Es una elaboración lenta, pero resulta muy gratificante observar cómo va cambiando la textura dentro del recipiente hasta volverse consistente y brillante.

Los contras del merengue francés

Si lo vamos a usar en el momento, este tipo de merengue es la mejor opción de entre los tres existentes. Si no es el caso y/o necesitamos que el merengue se mantenga firme e inalterado, lo mejor es decantarse por el suizo o el italiano. Con el tiempo el merengue francés pierde volumen y suda, es decir, suelta agua. Esto puede estropear el pastel o tarta en que lo hayamos usado.

A esto hay que sumarle que su preparación no conlleva ningún tipo de cocción que nos proteja de una posible salmonella y puede suponer un riesgo para la salud. Si el merengue francés se seque en el horno, como es el caso de la tarta Pavlova o los merenguitos, este peligro desaparece.

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Verduras al horno: por qué no siempre hay que añadir aceite (y cuándo y cómo hacerlo bien)

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Verduras al horno: por qué no siempre hay que añadir aceite (y cuándo y cómo hacerlo bien)

Es difícil errar al asar verduras en el horno, salvo que se nos vaya el santo al cielo y se nos chamusquen más de la cuenta. No existe la técnica definitiva y universal, aunque sí hemos compartido consejos generales extrapolables a cualquier variedad. Hay una cuestión en concreto que siempre genera dudas: ¿con o sin aceite? La respuesta depende del resultado que busquemos, y la clave vuelve a estar en la ciencia.

Añadiendo aceite a las verduras que vamos a asar lo hacemos con dos fines: evitar que se peguen al recipiente y aportar más sabor o darle algo más de chicha. Precisando un poco más, el aceite también interviene en el proceso de horneado, pues ayuda a extraer los azúcares naturales de los vegetales, acelera la cocción elevando la temperatura, y ayuda a que se doren en menos tiempo.

Esto tiene sus ventajas pero también sus consecuencias menos deseables.

Cuándo es mejor asar en seco

El aceite, una grasa, capta el calor del horno antes que los vegetales, aumentado la temperatura de estos y provocando que el exterior se cocine y se tueste a más velocidad. Problema: el interior de la verdura no llega a cocinarse tan rápido, y se corre el riesgo de que se quemen por fuera.

Berenjenas Horno

Esto es problemático con verduras más gruesas trozos grandes, y también justo con el caso contrario, las más pequeñas que se cocinan muy rápido, pues aunque en su caso sí estarán bien hechas por dentro, pueden churruscarse en cuestión de segundos.

El aceite, además, interviene en el sabor. Aunque usemos una variedad más neutra, incluso alguno de semillas que en teoría no saben a nada -girasol, maíz, soja...- siempre va a enmascarar un poco las propiedades organolépticas naturales de los vegetales, impidiendo que se desarrollen en todo su esplendor.

Verduras Asadas1

Por eso el chef estadounidense Nick Balla asegura estar en contra de añadirles aceite, y recomienda "asar en seco", sin agregar nada. De este modo, asegura, verduras esecialmente sabrosas como la calabaza, la berenjena o el calabacín tienen la libertad absoluta de extraer todo su potencial y concentrar al máximo sus aromas y sabores genuinos, puros.

Y, añade, esto tiene otra ventaja, pues el asado en seco termina por sacar y evaporar gran cantidad de agua de las hortalizas, convirtiéndolas en una especie de esponja, un lienzo en blanco para aliñarlas después al gusto. Es entonces el momento perfecto para, ahora sí, enriquecerlas con un buen aceite, una vinagreta, especias o salsas, pues absorberán todos los sabores mucho mejor.

Cuándo y cómo asar verduras con aceite

En el caso de que no nos interese obtener verduras tan secas y concentradas, o si precisamente buscamos ese toque especial caramelizado -evitando además que se agarren a la fuente-, Arthur Le Caisne en '¿Por qué los espaguetis a la boloñesa no existen?' nos da algiunas de las claves para añadir el aceite con éxito.

Alcachofa
  • Escoge verduras que tengan tiempos de cocción similares.
  • Córtalas en piezas medianas o grandes, evitando los tamaños muy pequeños.
  • Utiliza fuentes refractarias de paredes altas, en lugar de la placa o llanda del horno, mejor si tienen tapa.
  • Para evitar que se peguen, cubre el fondo con papel antiadherente de cocina.
  • Comienza asando la verdura sin engrasar y tapándola o cubriéndola con papel de alumino. Así comenzará a cocerse con su propia humedad, evitando que se sequen demasiado.
  • Pasados unos 15 minutos, retira la tapa o aluminio y píntalas con aceite de oliva, procurando que no chorree exceso de grasa al fondo, o podría quemarse. Será más fácil con un pincel o espray.
  • Continúa la cocción hasta que la verdura esté dorada y caramelizada al gusto, sin perderla de vista.

Fotos | Unsplash
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Cómo rehidratar pimientos secos: ñoras, choriceros o chiles (y en qué recetas utilizarlos)

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Cómo rehidratar pimientos secos: ñoras, choriceros o chiles (y en qué recetas utilizarlos)

Las ristras de pimientos secos colgando al sol representan una imagen muy bucólica y rústica de una técnica tan tradicional como la cocina que enriquecen. Ñoras y pimientos choriceros siguen siendo hoy ingredientes fundamentales en muchas casas, pues su producción va más allá de la necesidad de conservación. Una pequeña cantidad de su pulpa aporta sabores y aromas intensos que pueden marcar la diferencia en un plato.

Claro que para usarlos primero hay que rehidratarlos, salvo en contadas excepciones para las que se pueden usar directamente en seco. Aunque hoy en día podemos comprar la pulpa o carne de ambos pimientos envasada y lista para usar, una vez abierta la conserva tiene corta vida útil, y siempre es más barato y satisfactorio hidratar uno mismo en casa la cantidad que necesita.

Qué son los pimientos secos

Tanto toda la gama de pimientos dulces que usamos a diario, como el infinito universo de chiles, pertenecen al mismo grupo de vegetales. La especie Capsicum annuum abarca pimientos verdes, rojos, amarillos y naranjas, alargados y finos ("italianos") o grandes y carnosos ("morrones"), guindillas, ajíes y chiles con distinta fuerza picante.

Pimientos Secos2

Gastronómicamente nos referimos al fruto de las plantas que pertenen a ese género Capsicum, familia de las solanáceas, en la que se engloban otros alimentos básicos como el tomate o la patata. Los consideramos básicos en nuestra cocina, aunque no llegaron a Europa hasta que comenzaron a importarse alimentos de la recién descubierta América.

Ciertas variedades pequeñas son bombas de sabor y aroma que constituyen la base de multitud de platos de raíces tradicionales. Para su mejor conservación y potenciar sus cualidades organolépticas, estos productos se dejan secar tras la cosecha, de tal modo que pueden durar muchos meses en perfecto estado. También es una técnica que se aplica en la elaboración del pimentón y especias afines.

Chiles Secando

En España tenemos las ñoras mediterráneas y los pimientos choriceros más del norte, ambos dulces y carnosos, y que, a efectos prácticos, son casi intercambiables, aunque la ñora es más dulzona y el choricero más ácido. En otras culturas destacan más los chiles o guindillas más picantes, que además de frescos y encurtidos, también se pueden someter al secado o deshidratado.

Para poder cocinar con ellos hay que despertarlos de su seco letargo, o no podremos aprovechar sus fabulosas cualidades. Hidratar estos pimientos es muy fácil y no nos llevará mucho tiempo.

Cómo hidratar y utilizar estos pimientos en la cocina

La técnica es básicamente la misma para cualquier pimiento seco, si bien puede variar el tiempo total o la forma de usarlos. Los chiles y guindillas, a menudo más pequeños, se hidratan en más cantidad y a menudo se tuestan primero, para quitar las semillas, si se hace, una vez hidratados.

Pulpa

Las ñoras y los pimientos choriceros siguen el mismo procedimiento; solo hay que tener en cuenta que la ñora es más pequeña y por tanto puede estar hidratada antes. También por su menor tamaño, puede ser más sencillo hidratarlas sin cortar, solo quitando el pedúnculo superior, para sacar las semillas dándole golpecitos boca abajo.

  1. Retirar el rabito con las manos si sale fácilmente.
  2. Hacer un corte longitudinal para abrir el pimiento en canal, como un libro, dejándolo de una pieza.
  3. Cortar el extremo superior para retirar todo el núcleo central de semillas, y quitar las demás a mano. Es más fácil hacerlo bajo el grifo.
  4. Disponer el pimiento con la piel hacia arriba en un cuenco y cubrir con abundante agua fría. Los choriceros pueden crecer mucho de tamaño, así que hay que ser generosos. Si flota -habitual en las ñoras-, basta con poner un cuenco encima o algo de peso.
  5. Esperar al menos tres horas, quizá menos en el caso de las ñoras, hasta que se vea y se palpe la pula carnosa. Si son pimientos muy secos o viejos, pueden necesitar más.

Si empleamos agua tibia el tiempo de remojo se puede reducir notablemente, algo muy útil con pimientos choriceros especialmente secos y grandes, que así podrían estar listos en una hora. Nunca hay que calentar el agua demasiado y jamás hirviendo, porque entonces cocería el producto, estropeando su sabor y textura.

Salmorreta

Una vez hidratados, solo hay que escurrirlos con cuidado y colocarlos sobre una tabla de cocina con la piel hacia abajo. A continuación, con un cuchillo o, mejor, una cuchara, se raspa la pulpa con suavidad, procurando no cortar o romper la piel.

La carne de estos pimientos se puede machacar, triturar o guardar tal cual en un recipiente hermético en la nevera durante algunos días, pero mejor si se cubre con aceite para alargar la conservación, y conseguir un aceite aromatizado delicioso.

No es recomendable hidratar mucha cantidad de golpe, pues es un producto que se estropeará o perderá cualidades con el paso de los días. Para que nos dure más tiempo, podemos triturarla y congelarla con una cubitera o molde de bombones. Una vez solidificadas, las podemos extreaer y guardar en una bolsa de congelación, teniendo así porciones listas para usar durante unos meses.

Recetas para aprovecharlos

Hay platos icónicos que no serían lo mismo sin el sabor y aroma de estos pimientos en la base de su sofrito, como los guisos marineros del norte y los arroces del litoral mediterráneo.

Más allá de recetas concretas, podemos animarnos a usarlos en otras preparaciones donde busquemos ese punto extra de sabor, como legumbres estofadas, sopas de pescado, curries o salsas de pasta. La pulpa de los chiles picantes, obviamente, nos dará un toque más o menos picante.

Arroz

Fotos | iStock - Pixabay
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